Shenlian Yingyue era seria. Si un día dejaba de amarlos cuando ellos no hacían otra cosa que amarla, o si tenía el corazón para lastimarlos, les permitía matarla.
—Tonta Yue, aprendiste cómo endulzarme con palabras. ¿Puedo? —Jun Mu Yang estalló en una carcajada fuerte mientras las lágrimas resbalaban por sus lisas mejillas. Preguntó cuidadosamente y observó su expresión.
—Hmm —asintió y le secó las lágrimas con los dedos.
De inmediato se quitaron la ropa y él la besó apresuradamente para ocultar el amor ardiente en sus ojos por temor a que su intenso amor la hiciera sentir incómoda.
Su intenso amor era como un volcán en erupción que quemaba todos sus sentidos.
Sus cuerpos se juntaron uno al otro, y la atmósfera se volvió ambigua.