Keira echó un vistazo a los resultados del ADN, su rostro mostrando un atisbo de sorpresa. Miró hacia atrás a Sean Church, la confusión en sus ojos creciendo.
Sean aún tenía esa mirada triste, casi impotente, y de repente la puso en máxima alerta. Oteando la habitación, hizo señas a Erin.
—Lleva a Amy contigo —dijo con calma.
Erin parecía indignada. Ni siquiera había conseguido disfrutar del drama antes de que le pidiesen irse de nuevo. Justo cuando estaba a punto de protestar, Keira añadió, —Confío solo en ti para mantenerla a salvo.
El rostro de Erin se iluminó con una sonrisa. —Ah, eso es diferente —respondió, tomando felizmente a Amy. —Vamos, Amy, vamos a divertirnos con la tía Erin.
Mientras subían las escaleras, Erin persuadió, —¡Tengo dulces para ti!
Amy negó con la cabeza dulcemente. —Amy no come dulces. Los dulces hacen que se te caigan los dientes.