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El teléfono sonó una vez y luego fue colgado. Aún decía: «El número que marcó no está disponible».
Austin no pudo evitar fruncir el ceño.
—¿Dónde diablos estaba su hermana?
Todo lo que pudo hacer fue enviar otro mensaje a su hermana. «Hermana, ¿dónde estás? Mamá y yo hemos llegado. ¿En qué piso estás? ¡Venimos a ti!».
Estaba frenético de preocupación. Desafortunadamente, todavía no había respuesta del otro lado.
La señora Gill frunció el ceño y preguntó:
—¿Qué pasa?
Austin soltó un suspiro.
—No ha habido respuestas a mis mensajes, y tampoco está contestando el teléfono.
La señora Gill respiró hondo.
—Entonces haga que alguien tome el control de todo este edificio y revise a cada uno de una edad similar.
Austin asintió de inmediato.
—Está bien.
Luego, fue a dar esa tarea a sus subordinados. La señora Gill dijo:
—Esperaré en la entrada. Mientras estás aquí, ve a ver cómo está Jackson.