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Isla abrió los ojos con incredulidad mientras miraba el teléfono de su madre. ¡No se equivocaría con esa voz!
La voz al otro lado del teléfono hizo una pausa ligeramente, y luego se volvió aún más fría.
—Isla, ¿qué haces con el teléfono de la Sra. Olsen?
¡Era ella!
Isla sintió como si hubiera visto un fantasma. No, no podía ser…
Miró su teléfono bruscamente, pensando de repente en algo. Preguntó:
—¿Este es tu número de teléfono?
Keira dijo:
—¿Qué clase de pregunta es esa?
¡Fue entonces cuando Isla se dio cuenta!
Casi se olvidó de que el apodo de Keira también era Sur, que era como a veces la Sra. Olsen la llamaba. Un enorme suspiro de alivio escapó de sus labios, seguido de una furia sin límites.
—¡Eres un adulador! Para ganarte el favor de mi madre, incluso pusiste su apellido en tu apodo. ¿Mereces ser llamado así?