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Después de que Sapa y Liseli retrocedieran al fondo de su mente, quedaron solo Damon y Talia en ese claro junto al lago con sus pensamientos.
Talia estaba sentada en el regazo de Damon y se inclinaba en su abrazo. Ambos estaban completamente desnudos, y ambos lo suficientemente distraídos como para no prestarle atención.
La información de que sus lobos tenían una historia juntos fue impactante, y el efecto de experimentar siglos de recuerdos comprimidos en unos pocos minutos los dejó con una multitud de emociones que podrían llenar una eternidad.
Todo era tan vívido, y Damon y Talia sabían que provenía de sus lobos, pero aún así se sentía como si ellos mismos estuvieran ahí... amándose, anhelándose, sufriendo el uno por el otro... durante siglos.
La sensación de estar separados era como una herida fresca que solo podía ser remendada si se aferraban el uno al otro, y así lo hicieron.