—Damon maldijo para sus adentros. ¡Estúpida Nora! ¿Cómo es posible que ignorara el hecho de que Damon no le había echado un solo vistazo desde que llegó a la manada de los Aulladores Oscuros? ¿Creyó que él estaba jugando al difícil? ¿Y por qué vino al estudio y abrió esa boca suelta?
—Damon sentía ganas de estrangular a Nora. La imagen mental de ella muriendo le resultó peculiarmente satisfactoria. ¿No había dicho James que nadie la extrañaría?
—¡Ahora sí que estamos hablando! —exclamó el lobo de Damon en su cabeza.
—Damon maldijo en silencio—. Basta de tonterías. Necesitamos calmar a Talia, que está a punto de explotar.
—Nuestra Loba se calmará cuando rompamos a Nora como un palito —dijo con emoción el lobo de Damon, instándole a derramar sangre—. Si lo hubieras hecho de inmediato, no estaríamos en este lío. ¡Arráncale las extremidades!
—¡No estás ayudando!
—Damon decidió ignorar la voz en su cabeza y concentrarse en lo que importaba. Talia.