En la casa de la manada...
—Meg —Kai la guió hasta su habitación—. Siéntate aquí —le indicó hacia el sofá y ella entendió que debía sentarse allí.
Kai levantó su dedo índice, indicándole a Meg que esperara antes de apresurarse hacia el baño.
Un segundo después, Meg escuchó el agua correr en el lavabo y pensó: «¿Qué estará haciendo Kai? No parece estar sucio, pero... tal vez me lo perdí».
—Kai —estaba en el baño, echándose agua fría en la cara en un intento de calmarse.
Mientras caminaban, Kai iba delante manteniendo una ligera distancia, no porque quisiera mostrar quién mandaba, sino porque no quería que Meg viera la erección estirando sus pantalones cortos. La excitación era enloquecedora.
Desde una edad temprana, cada miembro de la Manada Aprendiz de Guardianes de la Medianoche aprende a meditar y a respirar para controlar su naturaleza lujuriosa y Kai era uno de los mejores en dominar sus impulsos.