—Otoño no es de fiar, señor —Gabe levantó la vista de su archivo para ver a Jack de pie ahí con el ceño fruncido¡Sigh! Odiaba esa expresión en el chico. Parecía que el mundo iba a terminar. Frotándose la frente, murmuró:
— ¿Qué dijiste?
—Otoño Savoy no es de fiar.
Gabe reprimió el impulso de gemir en voz alta. ¿Jack seguía atascado en eso? Eso había sido ayer... no... había sido esta mañana. Con otro suspiro, lanzó su pluma sobre la mesa y miró a Jack, esperando que continuara la explicación. No lo hizo.
—¿Tan larga es la explicación, Jack? —Gabe comentó sarcásticamente.
Jack frunció el ceño y negó con la cabeza:
— La explicación es un poco rara.
—Deja de dar rodeos. Dime.
—En realidad, por su ética de trabajo y las cartas de recomendación de los profesores de la universidad, ella es realmente ideal para este puesto, a pesar de que no cumple con los requisitos educativos. Pero la gente aquí en Ciudad B. La tratan como a una paria.