—Ian se dirigió hacia la puerta principal, su mirada barriendo el meticulosamente cuidado jardín delantero. La casa ante él tenía un significado especial: era el lugar mismo donde Isabella había pasado sus años formativos. Mientras estaba allí, mirando la puerta cerrada, no pudo evitar suspirar irritado.
Odiaba ir a cualquier lugar sin ser invitado. Debería haber conocido a su familia, propuesto formalmente matrimonio y celebrado una reunión. En cambio, tuvo que venir aquí para poner en orden a su hermano y su padre como si fuera un mafioso.
A pesar del molesto malestar, Ian reconoció la importancia de la situación. Necesitaba hacer que este aspecto cambiara o desapareciera. Y aunque Isabella podría no estar feliz cuando se enterara de sus acciones más tarde, él sabía que ella se odiaría aún más si tenía que ser ella quien tomara la decisión de cortar lazos con personas que eran tóxicas para ella. Especialmente con aquellos de los que tenía buenos recuerdos.