—Cuando la flecha me apuñaló, aún no entendía dónde. El dolor en mi ojo izquierdo me mostró dónde me había apuñalado. Supe en ese exacto momento que mi ojo estaba perdido. Jamás podría recuperarlo.
Los hombres lobos se podían curar, pero no todas las heridas podían sanarse. Lo que se perdía no se podía recuperar. Mi ojo estaba perdido, no solo herido.
Luego, otra flecha me apuñaló. ¿Qué me había sucedido en ese momento? Nunca fui así. Nunca se suponía que fuera tan débil. Algo pasó. Algo estaba muy mal.
Tenía que retirarme. Si me quedaba, solo debilitaría a mi fuerza. Usé el dispositivo de teletransportación para volver a mi tienda y me desmayé allí en algún momento.
Cuando desperté, me encontré en mi tienda pero acostado correctamente en la cama. El calor de la habitación no me hizo sentir tan mal como ese calor solía hacerlo.