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60% Reino de Ezisan / Chapter 3: Parte 2 - La Guerra Soberana 

Chapitre 3: Parte 2 - La Guerra Soberana 

Fermín - La Tierra del Comercio: Fermín, conocida como la Tierra del Comercio, se extiende en amplias llanuras y suaves colinas, situándose al sur del reino de Ezisan. Este territorio prospera como el epicentro comercial del reino, siendo un lugar donde las rutas comerciales convergen y el intercambio de bienes florece. El clima cálido favorece la agricultura, convirtiendo a Fermín en una región rica en productos agrícolas. Su contribución económica al reino es significativa, ya que aquí se recaudan impuestos y tasas comerciales que alimentan las arcas reales. A pesar de algunas elevaciones como Colitas, predominan las llanuras, creando un ambiente ideal para el comercio y la prosperidad. No obstante, Fermín también guarda en sus tierras la tumba de la difunta reina. 

 

Catria - La Cuna de Recursos Naturales: Catria, ubicada al norte del reino, se destaca como la Cuna de Recursos Naturales. Su terreno montañoso alberga valiosos depósitos de oro, hierro, cobre y otros minerales preciosos. A pesar de las duras condiciones climáticas, esta región motañochosa ha sido crucial en el desarrollo económico y militar del reino gracias a su riqueza mineral. Las sierras y las vastas extensiones de bosques en Catria, a diferencia de Fermín en el sur, han forjado un lugar de gran valor estratégico, aunque la adversidad del clima ha endurecido la vida en esta región. 

 

Sofía - La Mano Derecha del Reino: Sofía, en el este, se posiciona como La Mano Derecha del Reino. Esta región es el epicentro político y diplomático, donde se gestiona la administración del gobierno. Desde relaciones internacionales y diplomacia hasta la planificación de alianzas y estrategias de guerra, Sofía desempeña un papel crucial en la estabilidad del reino. Sus paisajes variados, que incluyen bosques exuberantes y majestuosas colinas, ofrecen un entorno propicio para las actividades políticas. 

 

Albanforte - Tesoro de Diversidad: Albanforte, donde reside el rey, emerge como un Tesoro de Diversidad al tener una amalgama de características de los otros territorios. Con montañas, llanuras, bosques y colinas, Albanforte es una región rica y desarrollada. Aunque es un lugar de construcciones exquisitas y defensas casi impenetrables, ha perdido parte de su respeto debido a la decadencia del rey. A pesar de las maravillas arquitectónicas, la desconfianza en la monarquía ha afectado la percepción de Albanforte. Sin embargo, sigue siendo un bastión formidable con recursos diversos y una ubicación estratégica que lo hace vital para la seguridad del reino. 

 

Bajo el cielo en sombras, el ejército avanzaba, con el rey Albert liderando la marcha hacia la fortaleza de Odo Dagger. La expectación en el aire era palpable, mientras los líderes del ejército se preparaban para lo que se avecinaba. Montado en un imponente corcel, el rey Albert avanzaba con majestuosidad, su armadura reflejando la luz tenue de la luna que se filtraba entre las nubes. La expectativa de la batalla inminente pesaba en cada paso del caballo, mientras el rey mantenía la mirada fija en el horizonte, listo para enfrentar los desafíos que se avecinaban en la oscura fortaleza de Odo Dagger 

- ¡Majestad! - exclamó el Marqués Abney, acercándose con un pergamino enrollado en la mano. Había un brillo de anticipación en sus ojos mientras entregaba la notificación, comunicando las tácticas y estrategias sugeridas al ejército. 

 

El rey, con la mirada fija en la distancia, asintió, - Bien, Marqués. Que todas las unidades estén listas para la batalla que se avecina. 

 

 - En un momento de pausa, Abney preguntó con cierta preocupación - ¿Está todo bien, Majestad? Parece algo... ansioso. 

 - El rey suspiró, - Esta batalla es crucial. Odo Dagger no será fácil de vencer. Pero debemos hacerlo - Abney entendió y se retiró, y en otro rincón de la marcha, un general se acercó con su caballo al rey 

 

 - Soy Alexander segundo, mi señor, sirvo en lugar de mi padre Alexander, quien ha muerto - Anunció el general. 

 

 - Ah, el hijo de Alexander. Tu padre fue un gran hombre. Mantente fuerte en este momento difícil - aconsejó el rey. 

 - Majestad, vengo a notificar una noticia de suma importancia - Expresó el general 

- ¿Qué es lo que sucede? – Dijo el rey Observando que la expresión facial del general revela una gravedad inusual 

 - Lamento informarle que el primer príncipe ha fallecido - La noticia resonó en el aire como un eco sombrío. 

 

Una tristeza palpable se refleja en su rostro 

 - ¿Cómo puede ser esto? Mi primogénito, mi heredero... ¿cómo ocurrió? ¿Cómo ha muerto? - Preguntó el rey, sus palabras ahora cargadas no solo de pesar, sino también de ira apenas contenida. La respuesta de Alexander segundo, el general recién llegado, llegó como un golpe adicional. 

 

 - Se nos informó que su cuerpo fue mostrado en la plaza de Sofía, sin vida y junto a algunos de sus guardias - Reveló Alexander segundo, respetuosamente, pero sin escapar de la mirada intensa del rey. 

 

El rostro del rey Albert se ensombreció aún más, pero esta vez, un rastro de ira se manifestó en una expresión ceñuda. La pérdida de su hijo no solo causó tristeza, sino que también encendió el fuego de la indignación en su interior y expresó 

 

- La pérdida de mi primogénito no quedará así. Esta tragedia no quedará impune – expresó el rey con cierta indignación 

 

 - ¿Esta información proviene del barón Tumbler? - Inquirió el rey, sus ojos buscando respuestas, y al mismo tiempo, lanzando una mirada de desprecio hacia el causante de tan atroz noticia. 

- Sí, mi señor. Se sabía hace tiempo, pero se investigó para confirmar su veracidad - Respondió Alexander segundo con firmeza, mostrando respeto en sus palabras y gestos, pero también percibiendo la creciente tensión en la sala. 

El rey asintió con pesar, pero sus puños apretados revelaron el torrente de emociones dentro de él. La noticia de la muerte de su hijo añadió una carga más a sus ya abrumadoras preocupaciones, y la ira bullía en su interior como un volcán a punto de estallar. 

Alexander segundo continuó informando sobre los frentes norte y este, detallando las batallas y la necesidad de refuerzos. 

 - El frente norte, liderado por Albertno, ha frenado el avance enemigo, pero solicitan apoyo. Y en el este, la pérdida de la fortaleza fronteriza cuarta es una realidad. Henry, nuestro enemigo, ha contratado mercenarios para forzar nuestro suministro 

- La tristeza se entrelazó con la necesidad de tomar decisiones difíciles, mientras el rey Albert se preparaba para liderar su ejército en la inminente batalla contra Odo Dagger. 

En la quietud, el rey Albert dejó que sus pensamientos vagaran por los oscuros pasillos de la reflexión. "Quería evitar darle ese cargo a Albertno, pero me quedé sin generales", murmuró para sí mismo, con una mezcla de resentimiento y reconocimiento. 

- Ese es mi informe mi señor, me retiro. 

La noticia de la muerte de general Alexander primero en el frente norte había resonado profundamente en el reino, dejando un hueco crucial en el mando militar en el norte. A pesar de sus reservas, Albertno emergió como el líder necesario en un momento de desesperación. Su experiencia táctica y liderazgo pragmático frenaron el avance enemigo y recuperaron terreno perdido. 

 

El encuentro con Alexander segundo, el hijo del fallecido Alexander, fue un recordatorio constante de las pérdidas sufridas. La muerte del primer príncipe añadió una sombra adicional a la situación ya sombría. El rey, aunque expresó sus condolencias, no podía permitirse sumergirse completamente en el luto ante la creciente amenaza en varios frentes. 

 

Albertno, a pesar de las circunstancias trágicas que rodearon su ascenso, se ganó gradualmente el respeto de sus compañeros y superiores. Su liderazgo capaz y astuto emergió como una luz en la oscuridad de la guerra. El rey Albert, consciente de las habilidades de Albertno, tuvo que reconocer la necesidad de contar con líderes fuertes en estos tiempos difíciles. 

 

El frente norte se convirtió en un bastión resistente bajo la dirección de Albertno, demostrando su habilidad para organizar fuerzas y adaptarse a las cambiantes circunstancias. A pesar de la pérdida de Alexander, el rey Albert comenzó a aceptar que, de alguna manera, la decisión de confiar en Albertno estaba resultando crucial para la supervivencia del reino. 

 

En los pasillos del poder, las conversaciones sobre la sucesión y el futuro del reino se intensificaron. Mientras el rey Albert se preparaba para la inminente batalla, las incertidumbres políticas y militares crecían, creando un ambiente tenso y cargado. La lealtad, la astucia y la habilidad estratégica serían puestas a prueba en los próximos enfrentamientos, y el destino del reino pendía en un delicado equilibrio... 

 

La mañana del asedio de la fortaleza de Odo Dagger emergió con un aire tenso y expectante. El sol apenas iluminaba el horizonte cuando el ejército del rey Albert, dispuesto en formación, se preparaba para el asalto a la imponente fortaleza enemiga. 

 

El rey, con su armadura real y mirada determinada, inspeccionaba las filas de sus soldados. El Marqués, su noble de confianza, se acercó para informar sobre la disposición de las tropas y la ejecución de las estrategias. 

- Todo está listo, Majestad. Los arqueros se encuentran en posición, la infantería aguarda su señal, y la caballería real está lista para el asalto. 

El rey asintió con firmeza y se volvió hacia Alexander segundo, el recién llegado heredero de un legado militar. 

- Alexander segundo, hijo de Alexander, tus palabras han sido de gran valor. Necesito que te mantengas a mi lado en esta batalla. Tu experiencia y conocimiento serán cruciales. 

Mientras se desarrollaba la estrategia, el rey recordó las noticias sombrías sobre la muerte de su primogénito. La pérdida del heredero al trono añadió una carga emocional a la ya difícil situación. El rey se forjó en la tristeza, canalizando su dolor hacia la resolución de proteger su reino. 

La fortaleza de Odo Dagger se perfilaba en la distancia, una estructura imponente rodeada por murallas altas y torres majestuosas. Los arqueros, ocultos en colinas y bosques circundantes, esperaban la orden para lanzar una lluvia de flechas incendiarias sobre la fortaleza, mientras que la infantería se preparaba para el asalto frontal. 

El rey levantó su espada, un gesto que desencadenó la acción. 

 - ¡Arqueros, mantengan sus posiciones! ¡Infantería, avancen con el Marqués Abney! ¡Caballería, prepárense para el asalto tras la caída de las puertas! - Las órdenes resonaron a lo largo del futuro campo de batalla. 

 

Las flechas incendiarias surcaron el cielo, impactando contra la madera de la fortaleza y desatando el caos en su interior. Mientras las llamas se propagaban, la infantería avanzó, liderada por Abney. La batalla estaba en pleno apogeo. 

 

La caballería real, con el rey a la cabeza, irrumpió en la fortaleza una vez que las puertas cayeron. La lucha cuerpo a cuerpo se intensificó, y el rey Albert, a pesar de su condición, luchó con ferocidad. La dualidad entre su liderazgo en el campo de batalla y su lucha interna se hacía evidente. 

 

En el fragor de la lucha, el rey mostró su valentía y habilidad. La estrategia de asalto frontal era un riesgo calculado, y cada movimiento se ejecutaba con precisión. Sin embargo, en medio de la batalla, la debilidad del rey se manifestaba discretamente. En momentos de pausa, se veían destellos de su enfermedad, pero el líder astuto lo ocultaba habilidosamente a sus tropas. 

En medio del caos del asedio, algunos aliados y enemigos luchaban con valentía, pero la brutalidad de la guerra dejaba su marca. Algunos caían bajo el filo de las espadas, mientras que otros sucumbían a flechas certeras o estrategias tácticas enemigas. La fortaleza se teñía de rojo con la sangre derramada en ambos lados. 

Aliados y enemigos por igual enfrentaban el riesgo constante de la muerte en cada rincón de la fortaleza. La tragedia se desplegaba en formas variadas: desde el combate cuerpo a cuerpo hasta las tácticas a distancia. Cada muerte tenía un impacto en el curso de la batalla, generando un sentido de pérdida y sacrificio en medio de la intensidad del conflicto. 

 

Alexander segundo, el hijo del difunto general, mostraba coraje en la primera línea de la batalla. Luchaba con la ferocidad en busca vengar la muerte de su padre. Su juventud no le restaba habilidad, y sus movimientos ágiles resultaban esenciales para abrir camino a través de las defensas enemigas. 

 

El Marqués Abney, estratega astuto y comandante militar, se movía estratégicamente por el campo de batalla. Con su mirada afilada y mente táctica, dirigía a las tropas en momentos clave, aprovechando las debilidades del enemigo. En medio del caos, desplegaba tácticas ingeniosas para debilitar las defensas enemigas. 

 

El Barón Tumbler experto en tácticas y arquero habilidoso, no se limitaba a la distancia. Se adentraba en la refriega con arco en mano, disparando flechas precisas que encontraban blancos vitales en las murallas enemigas. Su habilidad con el arco y la espada lo convertía en una fuerza formidable tanto en combate a distancia como cuerpo a cuerpo. 

 

El rey Albert, después de luchar valientemente en medio del asedio, se abrió paso con el Barón Tumbler a través de los tumultuosos pasillos de la fortaleza de Odo Dagger. Con su espada en mano y la mirada fija en su objetivo, llegó a un cuarto donde Odo Dagger, el líder enemigo, aguardaba con sus soldados. La tensión en el aire era palpable, y el rugido de la batalla resonaba a lo lejos. 

Odo Dagger, de pie con firmeza, miró al rey con una sonrisa desafiante. Sus ojos reflejaban la confianza en sus habilidades de combate. En el cuarto iluminado por antorchas parpadeantes, la silueta de los dos líderes se perfilaba mientras se preparaban para el enfrentamiento final. 

- Rey Albert, has llegado bastante lejos para morir en mi fortaleza - Burló Odo Dagger, blandiendo su espada con destreza. 

El rey, con una expresión determinada, respondió 

 - Tus crímenes no quedarán impunes, Odo. La justicia llega para aquellos que la desafían 

- La batalla comenzó con un estruendoso choque de acero. Las espadas chocaron en un intercambio feroz de ataques y paradas. Odo Dagger demostró ser un hábil espadachín, pero el rey Albert no se quedaba atrás, utilizando su experiencia y habilidad táctica. 

Mientras el Barón Tumbler dirigía sus fuerzas contra los guardias de Odo Dagger, su destreza táctica y valentía se convertían en una adición crucial para el enfrentamiento. 

 - ¿Crees que puedes vencerme con tus ideales morales, Albert? La realidad de la guerra es mucho más cruda - Gruñó Odo mientras esquivaba un tajo del rey. 

Albert, sin perder la compostura, respondió 

 - La verdadera crueldad es la tiranía y la opresión que has infligido sobre mi reino. Hoy, eso termina. 

- La pelea continuó con una danza mortífera de movimientos calculados y ataques desesperados. Las palabras se mezclaron con el sonido de las espadas chocando, y la sala se llenó con la intensidad de la confrontación. 

En un momento de pausa, Odo Dagger, jadeando, pero sin mostrar debilidad, provocó al rey 

- ¿Crees que puedes salvar tu reino al matarme? La guerra no tiene fin, Albert 

 - El rey, con determinación en sus ojos, respondió 

 - La paz solo se alcanza derrotando a aquellos que buscan la destrucción. Y hoy, Odo, tu reinado de terror llega a su fin - La batalla alcanzó su punto álgido, y el destino del reino pendía de un hilo mientras los dos líderes seguían enfrentándose en un duelo de voluntades y habilidades marciales. 

 

En el apogeo del enfrentamiento en el cuarto entre el rey Albert y Odo Dagger, una breve pero notable apertura se manifestó. El rey, luchando con determinación, se vio momentáneamente desequilibrado, no por la habilidad de Odo Dagger, sino por los estragos de su propia enfermedad que debilitaba su resistencia. 

 

Odo Dagger, astuto y rápido para reconocer la oportunidad, lanzó un feroz ataque en ese breve instante de vulnerabilidad. La espada enemiga se encontró con la armadura del rey, y aunque no logró penetrar completamente, infligió un daño. El rey Albert, sintiendo el dolor agudo, pero ocultándolo con determinación, se recompuso rápidamente. 

 

La sala resonaba con el sonido metálico de las espadas, pero ahora la lucha se volvía aún más intensa. El rey, aunque afectado por su mal, demostraba una fuerza y habilidad notables al contrarrestar los ataques de Odo Dagger. La batalla se volvía un espectáculo de resistencia, donde el rey luchaba no solo contra su adversario, sino también contra las limitaciones impuestas por su propia salud. 

 

Finalmente, cuando el rey Albert logró atravesar con su espada a Odo, la sala se sumió en un silencio tenso. El líder enemigo derrotado yacía tirado, mientras el rey, apoyándose en su espada, respiraba agitado. 

 

Los soldados del Duque Odo Dagger, al darse cuenta de la pérdida de su líder, se enfrentaban a la disyuntiva de retirarse o luchar hasta el final. La lealtad y el miedo se entrelazaban en el caos de la batalla. El Barón Tumbler, testigo de la lucha, ingresaron con respeto y alivio por la victoria alcanzada. 

 

- La fortaleza es nuestra, majestad - declaró Tumbler, reconociendo la habilidad del rey incluso en medio de la adversidad. 

El rey Albert, con la mirada fija en el cuerpo de Odo Dagger, respondió con solemnidad 

- La guerra aún no ha terminado, pero esta victoria es un paso crucial. Que la historia recuerde este día como el comienzo de la liberación de nuestro reino, a pesar de las sombras que nublan mi propio ser. 

 

Con Odo Dagger derrotado y la fortaleza asegurada, la batalla contra Odo Dagger llegaba a su conclusión, pero el rey Albert sabía que las batallas futuras exigirían no solo astucia y estrategia, sino también resistencia frente a las crecientes amenazas tanto externas como internas. 

 

El rey Albert, de pie en las murallas conquistadas de Odo Dagger, observaba el atardecer con una mezcla de satisfacción y reflexión. La fortaleza, antes un bastión impenetrable, yacía ahora en ruinas, marcada por la violencia de la batalla. A su lado, el Marqués Abney se acercó, llevando consigo informes y pergaminos. 

 

- Majestad, la ocupación del territorio de Valoria de Odo Dagger plantea desafíos significativos- expresó Abney con una mirada preocupada. 

- Su heredero apenas tiene nueve años, y muchos de sus vasallos han huido a otros reinos en busca de refugio. 

 

El rey Albert frunció el ceño, comprendiendo la complejidad de la situación. 

 

- Debemos establecer una administración temporal para evitar el vacío de poder y permitir que el territorio se recupere. Designaré a un regente de confianza para supervisar la transición y asegurar la lealtad de la población. 

 

Con esa decisión tomada, el rey Albert dirigió sus pensamientos hacia la Tierra del Comercio, Fermín, que había sufrido durante la guerra. Era crucial asegurar la recuperación de esa región vital para la economía del reino. Convocó a su consejo y emitió decretos para estimular la reconstrucción y brindar apoyo a los agricultores y comerciantes afectados. 

 

El ejército se movilizó rápidamente para garantizar la estabilidad en Fermín. Las caravanas de suministros se dirigieron hacia la región, llevando consigo ingenieros y constructores para reparar la infraestructura dañada. Los ciudadanos, aunque afectados por la guerra, recibieron la promesa de un renacer para su tierra. 

 

Mientras las banderas reales ondeaban sobre las tierras conquistadas y Fermín se alzaba de las cenizas, el rey Albert supo que el trabajo no había hecho más que comenzar. La ocupación de Valoria de Odo Dagger y la recuperación de Fermín eran solo el preludio de desafíos mayores que aguardaban al reino. 

 

Y así, con la ocupación asegurada y la reconstrucción en marcha, el rey Albert se preparó para la siguiente fase de la guerra. Las divisiones del ejército para reforzar los frentes norte y este requerirían planificación estratégica y coordinación precisa. 

 

El destino del reino aún pendía en un delicado equilibrio, pero el rey Albert estaba decidido a guiar a su pueblo hacia un futuro donde la paz prevaleciera sobre la sombra de la guerra. Con cada paso, el rey avanzaba hacia el horizonte incierto, listo para enfrentar los desafíos que se avecinaban después de la tormenta. 

Así concluyó este capítulo en la historia del reino, con el rey Albert mirando hacia el futuro, comprometido con la reconstrucción y la defensa de su tierra. 


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