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94.41% Un Rudeus diferente / Chapter 178: Reclutando Aliados, segunda parte, Sara

Chapitre 178: Reclutando Aliados, segunda parte, Sara

—Rudeus, ha pasado mucho tiempo —me dijo Sara, quien me dio un golpecito en el pecho.

—Sí, ya cinco años. El tiempo pasa rápido. ¿Qué haces aquí, Sara?.

—Bueno, es una larga historia, ¿por qué no toman asiento con nosotras?, Se lo vamos a explicar. Chicas, ¿recuerdan a Rudeus? El guardia de la princesa Ariel, el esposo de la maga demonio .

—Sí, lo recuerdo —dijo Alisa— y he escuchado rumores que eres más que un Guardián de la reina últimamente , jajajajaja.

—Cállate, Alisa —la reprendió.

Miraba a Eris de reojo por cómo reaccionaba ante estas bromas, pero lo estaba tomando bien (...) por ahora. Nos sentamos con las amazonas, y Sara empezó a explicar la situación.

—En resumen: fuimos contratadas para traer una carta a Gardenia. Luego de cumplir la misión por la que nos pagaron muy bien, estalló la guerra entre Gardenia y Necrina, y quedamos atrapadas aquí. Tenemos miedo de que el gremio nos reclute a la fuerza como mercenarias. Y las opciones son quedarse y pelear, o tratar de salir y arriesgarse a ser capturadas, y bueno, ya sabes que puede pasar , ser tomadas prisioneras, esclavizadas, asesinadas o violadas. Es una situación bastante delicada. De hecho, solo nos arriesgamos a venir porque la paga era demasiado buena.

—Ya veo, es una situación complicada —dije.

—Así es —dijo Alisa—. No sabemos qué hacer, antiguo novio de la sub-líder.

—Au, au, au, au, aucht, amor, no me pellizques el muslo —le dije a Eris que me retorcía de manera brutal mis pobres músculos.

— Jajajaja, veo que tienes tres espadas. ¿Ahora eres solo espadachín? —preguntó Sara.

—Soy ambos. Ahora soy un emperador del Norte y emperador de magia de agua, y ella es una reina del filo y reina del norte —dije, mirando a Eris, que infló el pecho ante la mirada de las otras mujeres.

—Eso es genial. Podrías salir de aquí sin problema —dijo Sara sonriendo.

—Escucha, Sara, guarden silencio por esto, pero tengo un permiso de la iglesia de Milis para desplazarme por la zona.

—¿En serio? —dijeron las amazonas con luz en sus ojos.

—Así es, yo puedo sacarlas de aquí. Pero necesito algo a cambio de ustedes.

—No tenemos tanto dinero para pagarte, Rudeus —dijo Sara.

—Bueno, puedes pagarme de otra manera —dije, mirando a Sara seriamente.

De pronto, todas las mujeres me miraron con reproche y asco , incluida Sara. Pero esta, después de un segundo, empezó a reír.

—Jajaja, bueno, pero tendrás que hacerlo conmigo. Las chicas no le gustan los hombres, pero espero que esta vez sí puedas y no me dejes con las ganas como en Basherant, jajajaja.

—¿De qué demonios estás hablando, Sara? Solo quiero información.

—Solo bromeaba, Rudeus. ¿Qué necesitas?, Dijo mientras las amazonas respiraban aliviadas.

—Estoy buscando al Dios del Norte, Kalman III.

—El Dios del Norte —gritó una de las mujeres—. Yo he escuchado de él. Soy su más grande admiradora —dijo la chica que parecía una espadachina.

—¿Dónde está? —pregunté.

—Estuvo aquí hace tres años, pero después cambió su cuartel a Hammerpolka, en el reino mercenario de Markin.

—Sí —añadió Alisa—, y justo nosotras vamos ahí. Qué casualidad que llegaste, ex novio de Sara, y justo a salvar a una mujeres desdichadas cómo un príncipe de cuentos . Tal vez deberíamos cambiarte por Sara, Últimamente solo se dedica a comer.

—¡YO NO ESTOY GORDA! —gritó Sara, roja de furia tapándose el estómago.—¿Estoy gorda, Rudeus? —me preguntó con los ojos llorosos.

—Claro que no. Te ves muy bien, Sara. Además, es mejor así. Así duermes más calentito en invierno y hay más de dónde agarrar. Au, Au, Au, Au, Aucht, Eris, no me pellizques. Es una broma, vamos, estamos bromeando, somos solo amigos, antiguos acanaradas , no tengo nada con ella, tengo cuatro esposas, Eris, auch, auch.

—Cuatro esposas, —dijo Sara con los ojos abiertos, —la última vez solo tenías dos.

—Sí, bueno, muchas cosas cambiaron desde esa época , —dije.

—Jajajajaja, creo que perdiste tu oportunidad, Sara. Debiste quedarte con él esa vez que estuvimos en la Sharia. La antigua líder te dijo que te quedaras con ellos cuando te quedaste mirando atrás como una idiota , jajajaja, y dijiste que ellas no aceptarían otra esposa y ahora resulta que tiene cuatro esposas, jajajaja, ellas perfectamente tu hubieras aceptado y por sigues sola.—se burlo Alisa.

—Quieres cerrar la maldita boca, Alisa, —dijo Sara muy molesta. —¿Cómo es que tu esposa aterradora te dejó tener más esposas?, —preguntó Sara.

—¿Cuál esposa aterradora?, pregunté.

—La elfa, la guardia real.

—Oh, Silphy. Ella no es aterradora, es un amor de persona. Y bueno, me reencobtre y me casé con Eris un año después de que te vi en la Sharia y con Nanahoshi hace dos años, aunque ya vivía con ella y mis esposas. De hecho, Nanahoshi era mi novia en la universidad.

—Ya veo, —dijo Sara con una mueca de sonrisa. Que de pronto se convirtió en una mirada derechamente agresiva dirigida a Eris.

—Espera un segundo, ¿tú eres Eris? ¿esa Eris? ,— le preguntó a mi esposo.

—Sí, ¿por qué? ¿Algún problema? , —dijo Eris de mala gana, notando la agresividad en las palabras de la otra mujer.

—¿La misma Eris que te abandonó y por la que te sentías miserable cuando éramos aventureros?, Rudeus . ¿La misma Eris que (...).

—Basta, Sara. Eris no es alguien con quien quieras tener esta discusión,— dije mientras le tomaba un brazo a Eris por debajo de la mesa, pero me di cuenta de que Eris no pensaba atacarla.

—Yo no lo abandoné, solo (…) me fui a entrenar, dijo Eris mirando a Sara como un predadora, y no hablo de predadora sexual, si no como una leona que mira un ciervo.

—Pero Rudeus, en esa época siempre estaba miserable y dijo que tú lo abandonaste, ademas el (...).

—Fue un malentendido, Sara,— dije interrumpiendola— Ya estamos bien, hicimos las paces.

—Bueno, supongo que volviste y Rudeus te perdonó,— insistió Sara, que tenía un tono acusativo y directamente agresivo contra Eris. Yo estaba preocupado, Eris podría perfectamente golpear a todas estas mujeres, pero para mi sorpresa, a pesar de que Eris estaba molesta, no reaccionó violentamente.

—Ya basta, Sara, dijo Alisa. Peleando con la esposa no es como recuperas a un ex novio.

Esto provocó las risas de las Amazonas, incluida Sara, y eso calmó un poco la tensión.

—Bueno como sea, será mejor irnos ya, —les dije.

—Gracias ex novio de la sub-líder, dijo Alisa, te mereces tocarle las tetas a Sara por este favor , —dijo sonriendo, provocando que Sara se pusiera sonrojada y sonriera.

—Au au au au au aucht Eris están bromeando solo tengo ojos para ti, solo te tocaré a ti amor.

—Ni siquiera me tocaras a mi esta Noche, Rudeus—dijo Eris malhumorada.

—Vamos es tu oputunidad Sara, —insistió Alisa, mientras yo sudaba frío.

—Ya basta Alisa, dijo finamente la líder de las amazonas, aceptamos su trato Rudeus, nos vamos ahora, —declaró la mujer.

Y así nos pusimos en rumbo hacia la frontera con Markin al sur de esta ciudad, en el camino Sara empezó a hablarme, sin miedo de que Eris estuviera tomada de mi brazo.

Miré a Eris de reojo, y vi que estaba roja de ira, pero por alguna razón guardó silencio. Ella siempre hace esto cuando me encuentro con algún conocido de la época en que ella no estaba . De hecho, Timothy hace poco entró como profesor a Ranoa, gracias a que le di una recomendación. Y cuando nos topamos en la calle y empezamos a hablar de nuestro tiempo en Basherant, Eris también guardó silencio y nos escucho con atención.

—Escuche varios rumores sobre un general Asurano de apellido Greyrat, qué no era de ninguna casa noble, al servicio de la reina Ariel, supe que ella gano el trono y dicen que ese poderoso mago espadachín la protege, ¿ese eras tu Rudeus? .

—Si, es el, —dijo Eris, —el es el general a cargo de la protección de su majestad, - dijo inflando el pecho, por alguna razón cada vez que hablan de mi, Eris se siente muy orgullosa como si hablaran de ella misma.

—Vaya impresionante, nunca me imagine que llegarías a emperador en magia y esgrima Rudeus. Aún te recuerdo cuando te conocí con esa espada rota y ese baculo que siempre estaba contigo,? que fue de ese baculo?, aveces te observaba mirándolo con los ojos con lágrimas.

—Esta en casa, guardado en mi despacho, con otra espada por si los necesito, —le dije.

—Ya veo, oye Rudeus e escuchado algunos rumores sobre la reina Ariel, ¿es cierto que Philemon ya no es el jefe de los Notós? .

—No, lo destituyeron ahora su hijo mayor es el señor de Milbotts, y Luke es el jefe de la casa Notós.

—¿Tu eras un Notós, cierto?.

—No, nunca lo fui, Cúando te dije que no era un noble no mentía Sara, de hecho nunca lo he sido.

—Oye Rudeus no se como decirte esto, pero la verdad hay historias de este general qué circulan por todos lados, y ahora que se que eres tu, eeeh no se como preguntarte, —dijo mirando a Eris, con una cara complicada.

—Tu ex novia quiere saber si es cierto que eres el amante de la reina y el padre de su hijo, dijo Alisa sin pelos en la lengua.

—Cof Cof Cof, aaaagggr Cof Cof Cof.—maldita idiota, pensé mientras tosia y carraspeaba luego de ahogarme con saliva.

—Maldita sea Alisa, ¿tenias que decirle eso?, —la regaño Sara.

—Oh vamos tu también querías saberlo, siempre decías cuando llegaban rumores de los aventureros de Asura, ¿será Rudeus?.

Eris se volteo con los brazos cruzados asustando a las mujeres.

—El no es el amante de la reina (cuando dijo eso sentí una culpa terrible, porque ya saben, le di como un campeón a Ariel, se que estaba ebrio y no recuerdo pero de seguro la deje sin aire y la hice gritar de placer 😒, mentira todos saben que me puse a llorar como una niñita, cuando me di cuenta ).

—Perdona a Alisa, Eris, es una maldita estúpida, —dijo Sara mirando a la chica que se había asustado al ver a Eris.

—Y el príncipe, creo que nos es hijo de Rudeus, de hecho se parece más a la reina, aunque Rudeus es su padrino, — dijo Eris.

—Vaya si que has llegado lejos Rudeus, oye, también dicen que un general Greyrat era el comandante de las fuerzas de Shirone en a batalla de fuerte Karon, y dicen que mató al antiguo Dios del filo. ¿Ese fuiste tu también ? ,— pregunto Sara muy sonriente.

—Si, aunque en fuerte Karon combati con mi otra esposa, Roxy, la maga de cabello azul, y el príncipe Zanoba, Ademas el antiguo Dios del filo estaba anciano ya, así que no fue tan impresionante, —dije.

—Wow ¿de que hablas? eso es impresionante, —dijo Sara jugueteando con su cabello, aunque el resto de amazonas parecían muy asustadas qué los rumores fueran ciertos.

—Rudeus es increíble,—dijo Eris mirándola a Sara con una sonrisa— El mismo dios de la muerte le ofreció ser su sucesor y Rudeus lo rechazó.

—¿Qué?, ¿en serio?, vaya, sabía que llegarías lejos, pero nunca me imaginé que al punto de que rechazar ser una de las 7 grandes potencias. ¿Estás seguro que solo eres emperador del Norte? —preguntó Sara.

—Maldita sea, Eris, te he dicho mil veces que no cuentes eso. No necesito que algún lunático vaya a desafiarme a La Sharia.

—Pffff, siempre has sido demasiado humilde Rudeus, desde que éramos niños siempre ocultas tu verdadero poder.

—¿Entonces quién eres ahora, Rudeus?, —preguntó nuevamente Sara, mientras me sonreía y caminaba con sus brazos tras su espalda como una niña.

—Soy emperador del Norte, rey del Cauce y santo del Filo, Emperador de Agua y santo en todas las magias de ataque.

—Jajajajaja, sabes Rudeus, cuando te conocí, recuerdo que me enoje cuando dijiste que eras un santo de agua y santo del norte, de eso ya han pasado 10 años. Recuerdo que en esa época pensé que alardeabas, pero ahora que recuerdo, tú no querías contarnos, fue Suzanne la que insistió en saber, pero últimamente he escuchado tanto de ti, que ahora entiendo porque hay tantas historias de tus aventuras —me dijo sonrojada y jugando con su pelo, actitudes que Eris notó y me tomó de la mano y me la apretó fuertemente.

—Oye, Sara, deja de coquetearle así a tu ex novio, solo vas a lograr que esa reina del filo te mate,—le gritó Alisa, provocando las carcajadas de las Amazonas y un puchero en la cara de Eris, ella en estas situaciones no sabe cómo actuar, si hubiera venido Silphy, lo habría tomado con más humor, pero Eris y Nanahoshi por lo general se molestaban cuando otras mujeres le coqueteaban a Rudeus.

Mientras hablábamos del pasado, llegamos al puesto de control en la frontera, donde presenté mi documento de la niña bendita y les mostré el parche de la familia Latreia, que tengo cosido en mi túnica. El tipo nos miró, dio una mueca y nos permitió cruzar la frontera . Cuando miré a las amazonas, ya no sonreían, estaban asustadas, pero sus rostros se aliviaron cuando salimos de Gardenia, pero aún así faltaban dos días de caminata para llegar a zona segura en Hammerpolka.

—Pensé que nos detendrían, —dijo Sara.

—¿Qué, ya no confías en mí?, —le dije.

—No es eso, Rudeus. Muchos pasan con certificados falsos de Milis y son ejecutados cuando los descubren.

—Tranquila, este es genuino, —La tranquilice .

—¿Tienes hijos, Rudeus?, —preguntó Sara, cambiando de tema .

—Sí, tengo cuatro. Hace poco nació Sieghart, mi segundo hijo varón. Tengo dos niñas: Lucy de cinco años, Lara de tres años, y dos niños, Ars de 2 años y Sieghart, que tiene poco más de dos meses.

—Vaya, es una gran familia, dijo Sara mirando al cielo y sonriendo.

—¿Estás bien?, Pregunte al verla pensativa.

—Sí, es solo que (…).

—Qué Sara también debe tener ganas que le pongas un bebé en la panza, —gritó Alisa.

—Quieres cerrar la maldita boca, Alisa. Última advertencia, —le gritó Sara ya muy cabreada.

—Lo siento por Alisa, ella no ha cambiado mucho, —dijo Sara. —Por cierto, ¿quién es la madre de tus hijos o tienes hijos con todas?

—Todas somos madres, interrumpió Eris, no hacemos distinción de nuestros hijos ni quien los parió. Cada una de nosotras somos madres de todos los niños, —le dijo Eris mirando con seriedad.

—Entiendo, —dijo Sara agachando la mirada, algo asustada por mi esposo.

Justo en ese momento, varios caballeros venían a toda velocidad hacia nosotros.

—Maldita sea, son los caballeros misioneros de Milis, en formación de batalla, —dijo la líder sacando su espada.

—Guarda tu espada ahora mismo, —le ordené— Yo hablaré con él. No hagan nada estúpido, este pase es legítimo. Solo guarden silencio, —dije mientras me acercaba a los caballeros que paraban sus caballos frente a nosotros.

—¿Ustedes pasaron la frontera con un pase de la Iglesia de Milis?, —preguntó el comandante de los misioneros.

—Así es. Fui yo quien pasó con ese pase, —dije sacándolo de mi bolsillo y mostradolo.

—Démelo, —exigió el capitán de los caballeros, así que se lo pasé tranquilamente.

El tipo lo leyó, se subió la visera y mostró su rostro. Tenía los ojos muy abiertos y se veía confundido, luego se lo mostró a su compañero, quien sacó una varita, la cual emitió una luz blanca. Rápidamente, los siete caballeros se bajaron del caballo y se arrodillaron ante mí.

—Mis disculpas, mi señor. No sabía que era un enviado de la niña bendita. Soy el capitán de este piquete de caballeros. Por favor, tome el pase, —dijo pasándomelo muy solemne.

—Muchas gracias y gracias por su servicio capitán, —le dije.

—Puedo preguntar su nombre, señor, —dijo el capitán de los misioneros.

—Soy el General Rudeus Greyrat-Latreia, comandante en jefe del ejército del dios dragón Orsted, aliados de la santa Iglesia de Milis en la preparación para el resurgimiento de Laplace. Y la niña bendita está bajo mi protección, dije mostrando el escudo de armas de la Familia Latreia.

—Ya veo, mi señor. ¿Puedo preguntar qué trae a un miembro de la Familia Latreia por aquí? .

—Busco al Dios del Norte, Kalman III. Necesito hablar con él respecto a la alianza.

—Ya veo, pero lamento decirle, mi general, que el Dios del Norte salió hace años de Hammerpolka y no se sabe su paradero.

—Maldita sea, ya veo. Bien, gracias capitán por su servicio, dije mientras el tipo se ponía de pie.—Espere, capitán. Busco a alguien más. Es un demonio con cara de mono llamado Geese.

—Un demonio, dijo con mala cara. ¿Por qué busca a alguien así, mi general?

—Es mi enemigo y voy a matarlo.

—Oye, tú, dijo llamando a un caballero, ¿no hay un demonio con cara de mono en Hammerpolka?

—Así es, capitán, dijo el caballero. Fue visto ahí hace unos días.

—Maldita sea,— dije. —Escuche, capitán. ¿Puede enviar unos caballeros a Hammerpolka a detenerlo?. Pero no le hagan nada, solo retenganlo. Es poco probable que sea Geese, pero por favor retenganlo hasta que yo llegue.

—A sus órdenes, mi general, dijo el oficial, quien rápidamente ordenó a dos caballeros partir a toda prisa a Hammerpolka.

—Agradezco su servicio a la Iglesia, Capitán, dije haciendo un saludo noble.

—De nada, señor,— pero antes de retirarse, miró a las Amazonas e hizo una mueca.

—Eee, mi general, no es mi problema, pero usted sabe lo que dice la santa Iglesia de la poligamia, ¿cierto?

—Jajajaja, no se preocupe, Capitán. Solo contraté a ese grupo de aventureras que estaban en una situación de peligro. Usted sabe lo que les pasaría a un grupo de mujeres si caen en manos de estos bárbaros de la zona de conflicto, ¿cierto? .

—Sí, entiendo, pero San Milis dijo (..).

—San Milis dijo que debemos ayudar a quien está en peligro, ¿o me equivoco?, —le dije.

—No, general, San Milis dijo eso.

—Además, vea a esa pelirroja, ella es la reina de la espada Berserker y es mi esposa, si yo intentará algo con alguna de esas mujeres, ella me mataría.

Cuando el capitán miró a Eris, un escalofrío recorrió su espalda. —Ooh, entiendo, General, en ese caso, disculpe mi atrevimiento. Que San Milis los proteja,— dijo y así se retiró por donde vino.

Cuando llegué al lado de Eris, Sara y las Amazonas me miraban con admiración en sus ojos.

—Rudeus, explica eso de comandante en jefe del ejército del dios dragón, —dijo Sara con sus ojos brillantes .

—Es una larga historia, —dije mientras volvíamos a ponernos en marcha.

—No entiendo, ¿que tienes que ver con la Iglesia de Milis?, ¿porque ahora tienes 2 apellidos?, me preguntaba Sara, curiosa y muy sonrojada.

Así que le expliqué lo que pasó en Milishion, cómo llegué ahí por una carta de mi abuela, el secuestro de mamá, la batalla con los caballeros templarios, el secuestro de la niña bendita, la reconciliación con la familia de mi madre, y cómo me hice aliado de Milis y protector de la niña bendita y porque uso el apellido de mi madre con los caballeros de Milis.

—Wow, me hubiese encantado ver cómo golpeaste a esos idiotas, —me dijo Sara.

—Sí, fue un gran escándalo, pero al final todo fue una gran confusión y tras ese malentendido, estaba ese demonio que busco. Él quería hacer pelear a la iglesia con Orsted, pero el infeliz no lo consiguió, —le dije mientras Sara me mira a como en aquella época en que salíamos.

Esa noche acampamos cerca de unos árboles, luego de sacar madera y hacer una fogata , hice la primera guardia. Por cierto, las amazonas acamparon un poco más allá, ya que a pesar de haberlas ayudado, todas ellas odian a los hombres. Son como las femininazis de este mundo, aunque las puedo entender, este mundo a pesar de que me gusta, es horriblemente peligroso, ellas podrían terminar como esclavas y podría pasarle lo mismo que le pasó a Viera Sierra o el pobre Somal.

Mientras hacía guardia, Eris dormía sentada apoyada en un árbol, abrazada a su espada, lista para combatir. De hecho, me recordó a Ruidjerd con esa postura.

Estaba ahí escuchando el crepitar del fuego y estaba por despertar a Eris, cuando Sara se acercó a mí con una taza de sopa.

—Hace frío, ¿no crees, Rudeus?

—Sí, es una noche helada,—dije.

—Toma esta sopa, es una receta de Alisa. Es un poquito picante, pero es deliciosa, dijo pasándome un tazón.

La probé y realmente estaba buena y picante , (la sopa).

—Rudeus, dime la verdad, ¿qué hay entre tú y la reina Ariel?

—Nada, dije bebiendo la sopa haciéndome el tonto. —Solo soy el padrino de Edward. Además, Ariel es amiga de mis esposas, solo eso.

—Mmmmm, sé que me ocultas algo. Pasamos un año juntos, Rudeus, te conozco cuando algo te pone nervioso.

Cuando dijo eso recurrí al viejo truco de hacerme el desentendido y seguir bebiendo sopa.

—Oye, te imaginaba como profesor en Ranoa, siempre fuiste bueno enseñando magia, —dijo Sara.

—Sí, bueno, el destino nos tiene preparada muchas cosas, —dije.

—¿Cómo terminaste como general del Dios dragón?.

—Uuuf, ¿dónde comienzo? Pues verás, después de que nos vimos por última vez, yo (...)

Y así le conté toda la historia: la pelea con Atofe, el Rudeus del futuro, el engaño al hombre-dios, mi pelea con Orsted, la llegada de Eris, mi matrimonio con Eris, la guerra de Asura, las misiones, las batallas en la proclamación, mi matrimonio con Nana, la guerra de Shirone, la coronación de Ariel, la batalla en la catedral, la traición de Geese, mi viaje al continente demoniaco y cómo ahora busco a Kalman III para reclutarlo.

—Wow, ese Orsted suena como un gran tipo.

—Jajaja, sí lo es, aunque la gente le teme por su maldición.

—¿Y tú no?

—Bueno, antes sí le tenía más miedo, pero creo que he aprendido a descifrar sus gestos.

—Ya veo, puedo entender porque te casaste con tu novia del otro mundo, pero ¿porque te casaste con ella? ,— dijo mirando a Eris.

—Bueno, yo le escribí y le dije que iba a pelear con Orsted. De hecho, no pensaba hacerlo, pero ese tipo del tiempo, me dijo que Eris me amaba y solo no supo expresarse. De hecho, cuando me lo dijo sentí que había traicionado a Eris, aun así le escribí. Ella llegó cuando Orsted casi estaba por matarme y me salvó.

—¿Entonces si Orsted no te hubiera intentado matar, no te hubieras casado con ella?

—JAJA, quién sabe. Supongo que Orsted fue nuestro Cupido.

—Jajajajajaja jajajajajaja un cupido que casi te mata, eso es gracioso jajajajajaja, Dios - dijo acercándose a mí casi hasta acurrucarse a mi cuerpo.— has madurado mucho Rudeus, ya no quedan rastros de ese chico con esa falsa sonrisa y esos ojitos tristes qué conocí en el paso superior, estas lleno de confianza, tan distinto a cuando te vi por primera vez, tan triste, tan solo y yo en ves de ser amistosa me comportaba como una estúpida.

—Ya no eres esa chica con ese carácter de mierda qué tenías, —le dije sonriendo.

—JAJA, no supongo que he madurado igual qué tú.

—Sabes, ya te lo dije esa vez en Ranoa hace 5 años, pero siempre pienso en esa noche y en lo estúpida que fui. Me arrepiento tanto de no haberme quedado contigo y haber hablado de lo que te pasaba. Me di cuenta de lo mal que estabas cuando ya era tarde y te habías ido a Neris.

—Era el destino, Sara. Supongo que no teníamos un destino juntos, y mi destino siempre fueron Eris, Silphy, Roxy, Nana, y A... A.... Hay que me dio frío,—dije haciéndome el tonto.

—Supongo que sí,—dijo Sara,, con una amarga sonrisa, ella estaba sonrojada y jugaba con su cabello.

—Ten cuidado con lo que se viene, Rudeus, por como lo dices es peligroso y casi te han matado ya varias veces.

—Lo sé. Hubiese sido por mí, hubiese tenido una vida simple como escritor o profesor. Pero aquí estoy lidiando con todo esto. ¿Pero sabes? , por proteger a mi familia haría lo mismo millones de veces más.

Sara apoyó su cabeza en mi hombro y podía sentir el calor de su cuerpo.

—Supongo que así es la vida, Rudy, jaja. Será mejor ir a dormir. Iré a despertar a Alisa para que me releve. Buenas noches, dijo dándome un beso en la mejilla y así se fue con las amazonas.

Yo me quedé mirando el fuego.

—¿Hace cuánto estabas despierta, Eris?

—Desde que dijiste que ese monstruo era Cupido.

—¿Y si te dijera que es cierto?

—Qué asco,(...) aunque creo que debería agradecerselo, dijo sentándose a mi lado.— Ella te amaba, ¿cierto?,—dijo mirando en dirección de Sara.

—Sí, pero no pude corresponderla. Amaba demasiado a cierta chica de mal carácter de pelo rojo en esa época, y hoy la amo aún más —le dije.

Eris me miró, me sonrió y me dio un beso en la boca.

—Creo que debe ser triste para ella verte conmigo o con las chicas. De seguro yo no lo habría tomado tan bien si al regresar tú me hubieses rechazado.

No le dije nada pensando en ese diario, ese Rudeus la rechazó y la odío por muchos años, y al final, cuando volvieron a reconciliaese, Eris murió.

Me sacudí la cabeza tratando de no pensar en eso.

—Puedo dormir con mi cabeza en tus muslos, Eris?

—Claro, —dijo mi pelirroja mientras apoyaba mi cabeza contra sus hermosos muslos y me cubría con una frazada, mientras Eris me acariciaba el cabello. Antes de dormirme, vi como ella me miraba con una sonrisa.


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