Ya era medianoche, el momento en el que Felicia tenía que intentar manipular la cámara. Por suerte para ella, ningún guardián había ido al edificio para revisar las cámaras desde que los reclusos estaban en un solo lugar, así que los guardianes no se molestaron en verificarlo.
Una vez que todos se habían ido a dormir, Felicia se levantó de su cama y salió de su celda.
Juliet, que había estado esperando a Felicia, también se levantó y la siguió detrás. Esta era otra oportunidad para que ella lograse que atraparan a Felicia.
Felicia se escabulló de la celda, dirigiéndose hacia el edificio de seguridad pero se encontró con dos guardianes que estaban hablando entre ellos.
—¿No deberían estar dormidos a estas horas? —se preguntó Felicia, apretando los dientes porque su misión iba a retrasarse otra vez. Ella no tenía la clave del edificio. El otro guardián al que había logrado lavarle el cerebro estaba con la clave, ya que era peligroso si ella la tenía.