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Mineah quería vomitar ante lo que veía con los ojos de Ahmed. Él la miraba como si ya fuera suya, y no podía evitar sentirse disgustada ante su comportamiento. Sin embargo, no tenía más opción que seguir hablando con el hombre. Así, bebió su té con indiferencia mientras hacía lo posible por mantener una expresión neutra en su rostro mientras hacía exactamente eso.
—La coronación se celebrará mañana, Mi Reina —Ahmed le recordó con una sonrisa—. Quiero oír tu respuesta antes de que eso ocurra.
«¡La audacia!» Mineah hervía por dentro. No podía esperar a ver la caída de este hombre. Solo imaginarla ahora ya la llenaba de felicidad. El hecho de que esto también coincidiera con el regreso de Nikolai también la ayudaba a resistir la tentación de deshacerse ella misma del ministro. Al menos, no tendría que esperar mucho antes de que Ahmed finalmente obtuviera lo que se merecía.