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| CAPÍTULO QUINCE. |
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Aizen suspiró frustrado ante la falla en sus cálculos. Al parecer la única pieza capaz de hacer lo que él diga, aunque este muerto era Momo Hinamori, su teniente. Izuru y Tōshirō no fueron los mejores candidatos para matarla. Así que sin más por hacer tenía que matarla él mismo.
Ordenó a Izuru que mantuviera entretenidos a los líderes del décimo escuadrón, mientras que Gin guiaba a la pelinegra hacia él. Todo estaba saliendo conforme el plan, el peliblanco había logrado guiarla hacia él.
—Es aquí...— habló el capitán mientras entraba a la habitación —El Seijōtō Kyorin, la zona residencial de la cámara de los 46— agregó deteniéndose en la entrada.
—¿Por qué me ha traído a este lugar, capitán Ichimaru?— preguntó confundida la pelinegra.
—¿Habías estado aquí antes, Hinamori-chan?— preguntó ahora él evadiendo la pregunta de la teniente.
—Imposible— respondió subiendo las escaleras para acercarse al peliblanco —Es un área totalmente restringida— agregó confundida, estar en aquel lugar le traía un muy mal presentimiento —Es la primera vez que vengo— comentó entrando a la habitación donde Gin se encontraba.
—Quiero que te reúnas con alguien.
—¿Quiere... que me reúna con alguien?— repitió confundida.
—Así es— afirmó —Mira detrás de ti— agregó volteando a verla.
—¿Detrás... de mí?— volteo mirando hacia la puerta.
Pronto una silueta muy conocida para ella se asomó, devolviéndole a sus ojos ese brillo que se había ido con su "muerte".
—Ca-capitán...— miró al hombre enfrente de ella con sorpresa —Capitán Aizen...
—Tanto tiempo sin vernos, Hinamori-chan— dijo él con una sonrisa amable.
—¿En verdad es usted, capitán Aizen?— comenzó acercarse —¿No estaba muerto?— agregó estupefacta.
—No te preocupes. Como puedes ver, estoy vivo— respondió.
—Capitán...— corrió hacía el castaño —Capitán Aizen... yo...— su voz se entrecortaba, las lágrimas comenzaron brotar de sus ojos amenazando con salir.
Hinamori se acercó al capitán tomándolo de su haori blanco.
—Capitán...
—Lo siento— interrumpió el fingiendo preocupación —Hice que te preocuparas, ¿verdad Hinamori-chan?— agregó acariciando su cabeza con una leve sonrisa.
—Ah, es la mano del capitán Aizen, es el mismo aroma del capitán que purifica mi alma— se dijo mentalmente la pelinegra —En verdad es el capitán Aizen.
Enseguida comenzó a llorar en su pecho, sorprendiendo al mayor quien no se esperaba esa reacción.
—Has adelgazado un poco— comentó abrazándola —En verdad lo siento. Siento haberte hecho este daño— se disculpó aún con la teniente abrazada a su pecho.
Ciertamente todo esto comenzaba a molestarle, Hinamori siempre había sido así. Cosa que le dio la facilidad para manipularla a su antojo. Oh, el amor podía volver sumiso hasta al más fuerte guerrero o el más cruel asesino.
A excepción de él, tenía una ambición que nadie podría detener. Ni siquiera el amor.
—Lo siento Hinamori-chan— susurró él castaño a su oído —Y adiós— agregó sonriendo arrogante.
Su Zanpakutō atravesó el pecho de su teniente, mientras ella incrédula se separaba de él.
—¿Capitán...?— le miró con confusión, el brillo de sus ojos poco a poco iba desapareciendo mientras la sangre caía al suelo creando un pequeño charco que se agrandaba con cada segundo —¿P-por... qu-qué?— le miró con tristeza mientras se desplomaba en el suelo.
El castaño sonrió mientras dirigía su mirada a su aprendiz que se encontraba a unos metros de donde él estaba.
—Vamos Gin— ordenó mientras salía de aquella habitación con su secuaz a su lado.
Saliendo de aquel lugar se encontraron con una gran sorpresa al ver que el capitán del décimo escuadrón se encontraba ahí, incrédulo y con temor. Pues la presión espiritual de Momo había desaparecido.
—Ichimaru... y— miró al castaño —¿¡Aizen...?!— agregó estupefacto.
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| CAPÍTULO DIECISÉIS. |
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Tara se encontraba en el jardín del treceavo escuadrón, su mentor había salido a una reunión de capitanes, mientras ella se encontraba escondida en aquel cuartel.
-Atención, mis estimados capitanes, tenientes y aquellos que sustituyen a los tenientes del Gotei 13- la voz de la teniente del cuarto escuadrón se escuchó en su cabeza -Y también hago un llamado a los Ryokas. Soy la teniente del cuarto escuadrón, Isane Kotetsu- agregó.
La pelinegra se levantó rápidamente mientras comenzaba a buscar su Zanpakutō.
-Por favor, les pido un poco de su atención. ¿Les ha llegado mi voz?- la Kobayashi buscaba entre toda la habitación mientras la voz de su compañera se escuchaba en su cabeza haciendo que se desesperara aún más por no encontrar su Zanpakutō -Esta es una emergencia. Este es un comunicado de emergencia de la capitana del cuarto escuadrón, Unohana Retsu; y mía, Isane Kotetsu- Tara sonrió cuando por fin encontró a su amada Zanpakutō, 永遠の夜 (Eien no yoru -Noche Eterna). -Todo lo que estoy por decirles es verdad- agregó llamando la atención de la pelinegra.
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Tara corría a toda velocidad hacia la montaña del Sōkyoku, la impactante noticia de que la teniente del quinto escuadrón, Momo Hinamori; y el capitán del décimo escuadrón, Tōshirō Hitsugaya, estaban en graves condiciones físicas de las cuales era muy probable morir. Sólo hacía que su enfadó y odio hacia el ex capitán del quinto escuadrón creciera aún más.
Cuando llegó se sorprendió de ver Renji e Ichigo inconscientes en el suelo, Rukia en el suelo aún impactada por lo que había pasado. Aizen con esa sonrisa arrogante que ya comenzaba a odiar, Ichimaru y Tōsen solo se encontraban a escasos metros del castaño mirando aquella escena sin ningún remordimiento.
Enseguida dos mujeres saltaron, capturando al ex capitán del quinto escuadrón, amenazando con cortar su cuello si siquiera pensaba en mover un solo dedo.
El castaño miró a Ichimaru esperando a que le ayudara, pero antes de que el peliblanco hiciera algo fue detenido por su propia teniente.
-No pienses en moverte- sentenció con enfadó.
Con su mano derecha sostenía su Zanpakutō en el cuello del peliblanco mientras que con la izquierda sostenía la mano del ex capitán para que no pensará en tomar su Zanpakutō.
-Lo siento capitán Aizen, me atraparon- habló el peliblanco con algo de diversión en su voz.
-Hasta aquí llegaste- habló Yoruichi con seriedad.
-¿Qué dices?- preguntó fingiendo confusión.
-¿No lo entiendes Aizen?- le miró con molestia la morena -Ya no tienes escapatoria.
Enseguida llegaron los demás capitanes y tenientes del primero, octavo y treceavo escuadrón. Quienes rodearon a los ex capitanes del quinto, tercero y noveno escuadrón.
-Aizen- habló con seriedad el capitán del treceavo escuadrón.
-Se acabó. Aizen- agregó Yoruichi.
El castaño sonrió ante aquellas palabras, cosa que desconcertó a los demás Shinigamis ahí.
-¿Qué te pasa?- preguntó con confusión -¿Qué es tan gracioso?- agregó fulminándolo con la mirada.
-Ah, lo siento mucho- se disculpó mirándola -Ya es hora.
Un extraño temblor acompañado con un ruido alarmo a los demás haciendo que rápidamente, Yoruichi y Sui-Feng quienes sostenían a Aizen se separaran.
-¡Imposible!- exclamó con sorpresa Ukitake.
En el cielo un portal fue abierto, rodeando a Aizen, Ichimaru y Tōsen con una luz amarillenta. De aquel portal se asomaban una gran cantidad de menos grandes.
-¡Menos Grande!- exclamó Sui-Feng con sorpresa.
-¿Son Gillian?- preguntó con sorpresa el teniente del segundo escuadrón -¡Son demasiados!
-No...- habló estupefacto Hisagi -¡Hay algo más al fondo!- exclamó.
Dos rayos cayeron del cielo cubriendo ahora a Ichimaru y Tōsen. Tara y Hisagi soltaron de inmediato a los ex capitanes.
-Qué decepcionante- habló el rubio sorprendiendo a la teniente -Hubiera preferido estar capturado un poco más...- agregó -Adiós Tara, perdón- le miró dedicándole una leve sonrisa mientras el rayo comenzaba a elevarlo en el cielo.
-¡Están escapando!- exclamó el teniente del segundo escuadrón, mientras desenfundaba su Zanpakutō.
-¡Detente!- ordenó Yamamoto -Esa luz corresponde a la "negación". Lo usan los menos en el momento de rescatar a sus congéneres- explicó mirando al castaño elevarse -En el momento en que esa luz cayó sobre Aizen, se volvió intocable.
Un cuarto rayo cayó del cielo esta vez sobre la teniente del tercer escuadrón, sorprendiendo a todos incluyendo al ex capitán del tercer escuadrón.
-¡Ella no es parte del plan Aizen!- exclamó molesto Ichimaru.
-Ella se volvió parte del plan, cuando comenzó a salir contigo- agregó con tranquilidad.
-¡Ukitake-sensei!- exclamó la chica con temor mientras miraba a su mentor.
Sin poder hacer o decir nada más, los tres ex capitanes desparecieron llevándose a la teniente del tercer escuadrón con ellos.
Todos quedaron conmocionados ante aquella escena.
Ukitake apretó los puños, estaba molesto. Frustrado, no pudo hacer nada más que mirar como aquellos criminales se llevaban a su aprendiz.
-Tranquilo Ukitake-sama- habló el segundo oficial del treceavo escuadrón a su lado -La encontraremos- agregó.
Sin más todos comenzaron a atender a los heridos, mientras pensaban en un nuevo plan para rescatar a la teniente del tercer escuadrón.
¿Qué pasará con Tara?
¿Podrá ser rescatada?
Aquellas preguntas seguían sin respuesta, solo tenían que esperar...
¿ESTE ES EL FINAL?
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