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Chapitre 11: 11.

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| CAPÍTULO ONCE. |

Los días habían pasado tan rápido que Tara apenas podía creer que ya llevaba dos semanas siendo la pareja de su capitán. Un sueño que se hizo realidad.

Despertó en la habitación del peliblanco, ya les era una costumbre dormir juntos. Pero como siempre él se levantaba primero.

Se levantó para ir a su habitación y cambiarse, tenían demasiado papeleo que hacer. Terminó de arreglarse y se dispuso a ir hacia la oficina de su capitán. No muchos sabían sobre su relación ya que la mantenían en secreto, no deseaban que todos los miraran y murmuraran sobre ello. Solo eran pocos los que estaban enterados sobre su relación, como los capitanes del décimo y quinto escuadrón al igual que sus tenientes. Quienes se alegraron por su relación.

En su camino se encontró con una mariposa del infierno o Jigokuchō. La cuál le comunicó su misión en el mundo humano. Se aproximó a la oficina de su capitán donde entró sin tocar.

—Lo siento— se disculpó al ver la expresión de sorpresa que su capitán tenía —Tengo una misión en el mundo humano, no podré ir a cenar— agregó apenada.

—Está bien, no te preocupes. Iremos otro día— sonrió su querido novio.

Aunque a Ichimaru no le gustaba aquel infantil terminó para decirle a su pareja, era la relación que tenían después de todo.

—Bien, entonces me voy— sonrió mientras se acercaba a él para depositar un beso en su mejilla.

—Creo que eso no compensa el hecho de que me vayas a dejar solo— agregó divertido.

La chica sonrió sonrojada mientras se acercaba para besarlo, esta vez en los labios. Un dulce pero fugaz beso que terminó cuando la mariposa volvió a parecer volando a su alrededor, recordándole que tenía trabajo que hacer. Se separó mirando a su pareja.

—Me tengo que ir— agregó mientras salía corriendo de la oficina.

Ichimaru sonrió levemente. Se sentía culpable pero era algo que tenía que hacer, Aizen comenzarían sus planes ese mismo día.

La cámara de los 46 fue asesinada hacia unas horas por el castaño, y su única petición para el capitán del quinto escuadrón fue que mandará a su amada a una misión y la mantuviera alejada de todo. Aizen accedió, pero él tenía otros planes en mente.

El mundo humano era tan sorprendente, que lastima que su único objetivo ahí era matar a unos cuantos Hollow y usar el Konsō en las almas que se encontrará para llevarlas a la sociedad de almas.

Suspiró mientras caminaba por las calles de aquella ciudad, si más no recordaba su nombre era Karakura. Era de noche y casi nadie se encontraba en las calles hasta que un chico paso por su lado a gran velocidad, se sorprendió ante aquel acto y aún más el verlo vestido de Shinigami, atrás de él iba una chica muy conocida para ella.

—¿Rukia?— se volteó para ver la silueta de una chica de vestido blanco junto a un Shinigami de cabello naranja y una enorme Zanpakutō.

El pelinaranja rápidamente había acabado con ese Hollow. Se acercó a ellos.

—¿Rukia Kuchiki?— su voz daba a entender lo sería que estaba —Soy la teniente del tercer escuadrón y he venido por usted para que pague su crimen. El Gotei 13 la espera para su juicio— agregó tratando de no reírse.

Pero le fue imposible no reírse al ver las caras que aquella pelinegra y su compañero pelinaranja pusieron ante aquello que había dicho. Estalló en carcajadas frente a ellos.

—Ay dios, debieron ver sus caras— dijo entre risas.

—¡Kobayashi-sama!— exclamó ella sorprendida de verme —¿Qué hace aquí?— pregunto temerosa.

—Vine a una misión— respondió la pelinegra poniendo un semblante serio —¿Quién es el?— preguntó viendo al chico a su lado —¿Es tu novio? Jamás lo había visto en el Gotei 13.

—¡N-no!— exclamó sonrojada —Él es Ichigo Kurosaki, le preste mis poderes de Shinigami...

—Así que por eso no has regresado al Seireitei— interrumpió mirándola —Rukia, tu más que nadie sabe que eso es contra las reglas. Las consecuencias podrían ser severas— agregó —¿Has hablado con el capitán general?

—No, no me he comunicado con el Gotei 13. Solo recibo misiones— respondió mirándola.

No lo iba a negar, tenía miedo. Ella más que nadie sabía que era un delito lo que había hecho, prestarle sus poderes a un humano sin un permiso era contra las reglas y si el capitán general Yamamoto se enteraba las consecuencias serían horribles.

Tara suspiró pensando en que hacer para que su amiga no fuera perjudicada.

Pero antes de que pudieran hablar aparecieron los Shinigamis que menos querían ver en ese momento.

—¿Teniente Kobayashi?— preguntó con sorpresa Renji.

—Capitán Kuchiki, teniente Abarai. Que sorpresa verlos aquí— habló ella con un semblante serio —¿Pasó algo?— preguntó mirándolos con el ceño fruncido.

—Sí, Rukia Kuchiki ha roto una de las reglas más importantes. La cámara de los 46 nos envió por ella para comenzar su juicio— respondió el capitán mirando a su hermana con indiferencia.

Tara e Ichigo se sorprendieron ante eso. El pelinaranja tomó su Zanpakutō poniéndose en posición de combate.

—No seas ingenuo Kurosaki, ellos son más fuertes que tú. Es mejor que lo dejes así, si valoras a Rukia sabrás que todo lo que hagas lo usarán en su contra en el juicio que tendrá delante de todos los capitanes y tenientes— interrumpió Tara mientras atravesaba su brazo en el camino del chico.

Sin más camino junto a Rukia hasta sus los líderes del sexto escuadrón, pero Ichigo no se iba a quedar ahí mirando como su amiga se iba para recibir un castigo que no merecía.

Sin pensarlo atacó al capitán del sexto escuadrón, pero claro ese ataque fue desviado por la teniente del tercer escuadrón.

—Te lo dije Kurosaki. Es mejor que dejes ir a Rukia, yo me encargaré de esto— habló molesta mientras se acercaba al pelinaranja —No dejaré que nada le pase— agregó para alejarse de él.

Sin más los Shinigamis de alto rango se marcharon junto a la criminal Rukia Kuchiki. Dejando al Shinigami sustituto ahí parado sintiéndose completamente inútil. Claro, no se iba a quedar de brazos cruzados sabiendo que su amiga Rukia sería juzgado por ese tal Gotei 13. Temía que la matarán. Y bueno, estaba en lo correcto. La ejecución de Rukia Kuchiki se aproximaba.


Chapitre 12: 12.

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| CAPÍTULO DOCE. |

Tara no podía creer lo que sus superiores habían decidido, Rukia Kuchiki sería ejecutada por el Sōkyoku en 25 días. Mayor fue su sorpresa al escuchar que su hermano el capitán Byakuya Kuchiki estaba de acuerdo con aquella condena.

Suspiró mientras trataba de buscar ideas para detener aquella sentencia.

—¿Qué tienes Tara-chan?— preguntó preocupado el peliblanco a su lado.

Ambos se mantenían en silenció mientras caminaban hacia su escuadrón después de aquella reunión.

—Nada solo...— miró a su superior —Gin, no debemos permitir que Rukia muera. Ella no hizo nada malo— agregó en un tono de suplica.

—No podemos hacer nada, el capitán General ya ha dado la sentencia...— soltó un suspiró.

Si tan solo supiera que todo lo que estaba pasando era culpa de Aizen, Tōsen y suya.

—Tara— habló él incómodo ante tanto silenció.

Sentía la culpa de todo lo que estaba pasando, sabía que ella lo odiaría cuando supiera. ¿Sería mejor alejarla desde un inicio?

—¿Qué pasa Gin?— preguntó la pelinegra mirándolo.

El capitán estaba a punto de hablar cuando llegó Hitsugaya.

—Tara necesito hablar contigo— dijo éste seriamente mientras fulminaba a su compañero capitán con la mirada.

Ichimaru se mantuvo calmado, con aquella sonrisa zorruna aún en su rostro. Ocultando su incomodidad y culpa con indiferencia.

—Los dejaré solos— habló este mientras se alejaba bajó la atenta mirada de ambos.

Tara miró a su mejor amigo, ¿por qué miraba a su capitán así?

—¿Qué pasa Tōshirō-kun?— preguntó la chica con seriedad.

—Ichimaru está tramando algo, Tara no confíes en él— habló el peliblanco tomando a su amiga de los hombros.

—Oye que te pasa— molesta se soltó de su agarré —Mi capitán no está planeando nada. ¿Tienes pruebas?— le miró con seriedad.

El capitán del décimo escuadrón guardó silencio ante aquella pregunta. No tenía pruebas sólidas que confirmarán sus sospechas, solo había escuchado una conversación bastante sospechosa entré el capitán Aizen e Ichimaru.

—No hables mal de él si no tienes pruebas que afirmen lo que dices— bufó molesta, continuando con su camino hasta el tercer escuadrón esperando pronto poder reencontrarse con su amado capitán.

Abrió la puerta de la oficina esperando verlo, pero ni siquiera estaba ahí. ¿A dónde se había ido?

—¡Kira-kun!— exclamó la pelinegra mientras corría para alcanzar a su compañero.

—Kobayashi-san, ¿pasa algo?— preguntó confundido.

—¿Has visto al capitán Ichimaru?— preguntó ahora ella —No lo encuentro por ningún lado— agregó ignorando la pregunta del rubio.

—No— respondió este aún más confundido —¿Ya buscó en el quinto escuadrón? Es probable que este con el capitán Aizen— agregó.

—Tienes razón— sonrió la teniente —Gracias Kira-kun, ¡nos vemos!— exclamó mientras comenzaba a correr.

Desde que Tōshirō le había dicho aquella sospecha que tenía de su novio, se preguntaba si era verdad. Su peliblanco amigo no siempre se dejaba llevar por su intuición, no sin antes tener alguna prueba de que estaba o al menos estaría en lo correcto.

—Pero qué dices Tara. Estas dudando de tu capitán, tu novio— se dijo mentalmente mientras golpeaba su frente levemente alejándose aquellos dudosos pensamientos.

Suspiró aliviada al poder encontrarlo, saliendo del quinto escuadrón con aquella sonrisa zorruna. Pero había algo raro, su ceño estaba fruncido y su mandíbula tensa.

—¿Gin?— preguntó llamando la atención del peliblanco.

—Tara— sus expresiones desaparecieron para mostrar una dulce sonrisa de ojos cerrados.

—¿Pasó algo malo? ¿Necesitas ayuda?— preguntó preocupada.

Ichimaru sonrió aún más, su dulce novia siempre se preocupaba demasiado. Eso demostraba lo amable y gentil que ella era. Aquello lo hacía dudar.

¿Enserió la merecía?

—No, claro que no la merezco. Ella es un ángel y yo solo un vil y cruel demonio— pensó.

—¿Gin?— la chica se acercó preocupada acariciando su mejilla cuando estuvo enfrente de él —¿Qué te pasa?— preguntó —Me preocupas— agregó mirándolo.

—No pasa nada Tara— sonrió el peliblanco fingiendo –como siempre– que todo estaba bien.

Tara le miró, las palabras de su mejor amigo seguían en su mente. Su cerebro trabajaba a un ritmo impresionante para encontrar todas aquellas pistas en el comportamiento de su amado capitán, necesitaba respuestas, tenía que saber si Ichimaru realmente tramaba algo.


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