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Injusto? Nunca había pensado que la vida fuera injusta. Ese era el llanto del débil y la sonrisa del fuerte.
Su mentalidad era que podía hacer todo con sus propias manos. Sin embargo, en ese momento se dio cuenta de que ciertas cosas no podían cambiarse, incluso si usaba todos sus esfuerzos.
La habitación volvió a quedarse en silencio. Su Ping miró a Kayafollet, quien estaba sumida en sus pensamientos, y dijo:
—¿Conoces el camino a las Ruinas Extraterritoriales? Piénsalo bien antes de responder.
Kayafollet salió de su ensimismamiento, una burla relampagueando en sus ojos. —Como dije, incluso si te lo dijera, no serías capaz de encontrarlas —le explicó—. Eso es porque las coordenadas de ese lugar no son fijas; solo los sabios del Planeta de Origen tienen los medios para controlarlas. Es su secreto mejor guardado; ni siquiera los expertos celestiales tienen acceso a ello. No tengo nada que decirte, incluso si me amenazas.
Su Ping la miró y dijo: