Ravenna me miraba con una mirada de incredulidad en su cara. Si no estuviera tan desesperado también, estaría igualmente sorprendido. En todos mis años, nunca pensé que necesitaría la ayuda de Ravenna. Pero la desesperación me había llevado a este punto, donde estaba dispuesto a tragar mi orgullo y buscar ayuda de la fuente más improbable.
Ravenna me miraba incrédula, sus ojos escaneando mi cara como tratando de encontrar la agenda oculta detrás de mi petición de ayuda. Finalmente ocultó su asombro con una mirada de indiferencia.
—Vaya, vaya, vaya, nunca pensé que llegaría el día en que necesitaras mi ayuda —dijo su voz llena de sarcasmo.
Tomé una respiración profunda para reunir mi coraje —Lo sé, tampoco pensé que llegaría este día —dije mientras la miraba—. Pero por favor Ravenna, ayúdame, por favor.