¡Y ahora estábamos en la mazmorra! Esto en realidad se estaba convirtiendo en una característica bastante común en mí, si tuviera una moneda de oro por cada vez que me han encerrado en una mazmorra, probablemente tendría muchas de ellas ahora, lo que no es un gran récord para reinas o incluso princesas o recién casadas. Mi mirada se dirigió a donde mis amigos estaban sentados en un rincón, con un aire resignado en sus rostros.
Nunca había planeado que la noche fuera así, ni que acabáramos en una mazmorra. Me volví a mirar a Rissa, que todavía era nueva en la parte más dura de este mundo. No ha dejado de llorar desde que la escoltaron hasta la mazmorra. La parte buena de este plan era que al menos no nos condenaron a muerte, al menos no todavía, y además Trevor logró escapar. Si fuera inteligente, habría subido a un barco, el primer boleto para salir de este país y borrar a Rissa de su mente.
—¡Por el amor de Dios, dejarás de llorar! —Yasmin gruñó a Rissa, quien sollozó un poco.