Empujé la puerta de mi dormitorio mientras Kiran e Ivan arrastraban a Ivan adentro. Lo pusieron en la cama y cuando lo vi gemir, hice todo lo posible para no entrar en pánico. Miré a Ivan cuya respiración parecía débil. No entiendo lo que estaba pasando con él, ¡estaba bien ayer! ¡Duermo con él todas las noches, así que estaba bien! ¡Se supone que debe estar bien, no así!
—¿Arianne? —Kiran me llamó.
Me giré para mirarlo y luego de nuevo a Harald, quien me miraba con una expresión de simpatía en su cara.
—¿Alguien puede decirme qué le pasó a mi esposo?
Harald suspiró antes de dirigirse a Kiran. —Creo que es mejor si simplemente se lo mostramos.
—¿Mostrarme qué?
Kiran negó con la cabeza. —No, a Ivan no le gustaría. —Los miré a ambos. —¿No le gustaría qué?
—Bueno, no es como si estuviera despierto ahora para detenerlo. —Harald contraatacó. —Simplemente muéstrele, ella tiene derecho a saber.