—¡No entendía para nada lo que estaba pasando! Un minuto éramos amigos y al siguiente todo había dado un giro extraño. Aurora tenía a Yasmin, que ya se había vuelto pálida de miedo porque Aurora tenía sus garras presionadas contra su garganta.
Nunca antes había visto esa mirada en ella. Aurora siempre era dulce y elegante, ¡ahora parecía asesina! ¡Como si quisiera matar a Yasmin, que ahora estaba sollozando!
El sonido de su sollozo lleno de miedo me sacó de mi ensimismamiento y me apresuré a levantarme de la cama para intentar separar a Aurora de ella. Pero Aurora no cedía —estaba gruñendo y mordiendo a Yasmin—, quien soltó otro sollozo.
—¡Aurora! ¿Qué estás haciendo? ¡Déjala ir! —le digo mirando a Aurora, quien solo gruñó en respuesta.
Agarró la cabeza de Yasmin y la golpeó contra la pared provocando un doloroso gemido de ella. —¡DIME AHORA QUIÉN TE ORDENÓ HACERLO!
—¡AURORA! —Chillé mirándola con incredulidad—. ¿Qué demonios le ha pasado?