Al día siguiente, voy pronto a ver a nuestra joyera. Hay un pocas cosas que tengo que pedirle. Sé que se va a su facción alrededor de esta hora. Madruga bastante. Quizás es para evitar encontrarse con otra gente. La abordo cuando sale.
–¡Kong! ¿A qué… has venido?– me pregunta sorprendida.
–Necesito tu ayuda en unas cosas. Lo primero, esto es para Ye Bi. Pasará a buscarlo por la tarde, si no te es un problema– le pido.
–¡No, no! ¡Claro que no! ¡Ningún problema!– lo acepta, quizás un poco nerviosa.
Son las muestras de sangre de las gemelas. Le dije en la fiesta que estaban interesadas en el talismán dual del que hablamos hace tiempo. Aunque no le dije quiénes. Me amenazó con chivarse a las demás si no se lo contaba. Pero no lo hizo. Solo lamentó no saberlo.
Queremos comprobar cuán fuertes pueden ser lanzándolos las dos juntas. Le he dado puntos para dos intentos. No estaba seguro de lograrlo. Aunque se la veía interesada en intentarlo.
–Lo segundo, Yawen me ha preguntado si podrías hacerle una joya a Tai Feng, algo defensivo. Sin que él se entere. Sabes, Tai Feng me ha pedido lo mismo para ella. No hay prisa. Si no te es un inconveniente– le doy un nuevo encargo.
La verdad es que me siento un poco incómodo. Son encargos ya un poco bajos para ella. No quiero que se sienta obligada. Pero tampoco puedo desentenderme. Los dos me lo pidieron a mí porque no la conocen mucho. Y porque no querían ponerla en un aprieto. Se han dado cuenta de lo tímida que es.
Aún me deben puntos, a pesar de que quería perdonárselos. No obstante, les obligué a aceptar que no me los empezaran a pagar hasta que ella fuera estudiante.
–Lo haré lo mejor que pueda. Sabes, me caen muy bien. Es increíble cómo se miran…– dice con una amable sonrisa, una sonrisa demasiado hermosa.
Me la quedo mirando hipnotizado. Ella se sonroja.
–¿E… Eso es todo?– me pregunta, algo cohibida. ¿Quizás la he mirado demasiado intensamente?
–Sí. ¿Quieres que te acompañe?– me ofrezco.
–No, no. No quiero molestarte. Nos vemos– se va casi corriendo.
Iba a decirle que no era molestia. No parece que esté enfadada o molesta. Simplemente, tímida otra vez. La próxima vez tengo que ir con más cuidado. Al menos, acompañarla un rato. Aunque aún tenemos pendiente nuestra "cita" en la pedrería. Me lo pidió. Espero que no se haya arrepentido.
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Después de salir de hacer las copias, me doy cuenta de que alguien podría estar siguiéndome. Así que me acerco a un esclavo que está barriendo.
–Creo que alguien me sigue. ¿Podrías mirar quién es?– le pido.
–¡Claro! ¡Por ti lo que sea! ¡Gracias por los manuales!– acepta con entusiasmo.
Me despido y sigo mi camino hacia mi cabaña. Miro de reojo de vez en cuando. Sí que hay alguien. No es muy habilidoso si me he dado cuenta. Pero tampoco es tan torpe como para dejarse ver.
De repente, me detengo. Hago como que pienso. Y doy media vuelta.
Mi perseguidor se da también la vuelta. Solo le veo la espalda. Lleva un extraño sombrero que esconde su pelo. Se desvía a un lado.
Yo llego hasta el esclavo. Me acerco a él.
–¿Has podido verlo?
–Sí, aunque iba un poco tapado. No lo conozco. Si te sirve, tiene los ojos…
Empieza a describírmelo. Ojos, pelo, nariz, cultivación. Lo ha visto de cara y de cerca. Así que ha podido descubrir mucho más que yo.
–Lin Man…– murmuro.
–¿Lo conoces?– me pregunta con curiosidad.
–Algo así. Gracias, ya me ocupo– le aseguro.
–Ten cuidado– me pide.
Su preocupación parece sincera. Los esclavos me aprecian demasiado. Resulta un tanto abrumador. Aunque las chicas dicen que es normal. Que lo merezco. Supongo que tienen razón. Aunque no me ha costado tanto, he ayudado a cambiar sus vidas. A darles una esperanza.
–Lo tendré.
Me despido y me voy. Está claro qué quiere mi perseguido. Y tengo un plan en mente.
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Salgo de la secta. Bajo las escaleras hasta sobrepasar el mercado. Hasta aquí, era seguro. Sigo bajando. Sin prisa. Sé que me está siguiendo él solo. Si no, una de las gemelas habría bajado para avisarme. Tanto si había más como si no había nadie.
Voy medio tapado. Aunque a los secuaces de Dai Fen, el estudiante expulsado que quiere matarme, los echaron, podrían tener a alguien vigilando. Tengo que esperar un rato a que aparezca. Me empezaba a impacientar.
–Esclavo, aquí ya no estás dentro de la secta. Me lo vas a confesar todo. ¿Dónde está el disco?– me coge del hombro y amenaza.
–¿Otra vez tú? No tengo nada que decirte. Déjame en paz– les respondo irritado. Como esperaba, es Lin Man.
–¡Esto te enseñará humildad!– me da entonces un puñetazo, sin más.
Si bien no estamos en la secta, sí en la entrada. Atacarme con un arma sería demasiado. Alguien podría vernos. Una pelea con puños normalmente sería ignorada por la mayoría. Algunos, incluso se quedarían a mirar. En caso de castigos, serían menores.
No usa qi. Confía en su físico. Es más alto y ancho que yo. Y supongo que espera tomarme por sorpresa. Por mucho que lo estuviera esperando. Además, me tiene agarrado del hombro, así que me es difícil esquivar. Pero no bloquearlo con la palma de la mano.
Puedo ser más grande que yo. E igual tiene experiencia como matón. Pero eso es todo. En especial, cuando no se espera que yo sea físicamente más fuerte que él.
Como esclavo, estaba trabajando continuamente. No como ellos, que mucho tiempo lo pasan meditando. Es cierto que la circulación del qi sobre el cuerpo lo perfecciona. Eso le daría ventaja si yo fuera un mortal. Pero no es así. A mí también me ha mejorado. Sobre una base más sólida.
Además, está la cultivación del cuerpo Yin-Yang. Al encajar el golpe, puedo notar la diferencia. No es abrumadora. Apenas he completado un refinamiento sobre piel y músculos. Pero se nota. Y se suma a todo lo demás.
El resultado es que logro parar su ataque. Mi mano es empujada hacia atrás unos centímetros debido al impulso. No siento prácticamente ningún daño. Por la cara que pone, él se duele un poco. Bueno, le estoy apretando el puño con mi mano.
Se le ve incrédulo. Lo suficiente para dudar. Y tardar en reaccionar. Mi otro puño impacta contra su barbilla. El sonido de sus dientes entrechocar resulta de lo más satisfactorio. Se me escapa una sonrisa cuando se desploma hacia atrás.
Me mira con incredulidad desde el suelo. No sé si le molesta más que sea un exesclavo o dos etapas por debajo. Le debe resulta humillante ser golpeado por mí.
–Ya te dije que me dejaras en paz. Espero que esto te sirva de lección– declaro con arrogancia.
–¡Tú! ¿¡Cómo te atreves!? ¡Ahora verás!– se levanta enojado.
No hay duda de que he logrado provocarlo. Bueno, ese era el plan. Se abalanza contra mí, esta vez con qi en sus puños. Qi de la etapa tres. Podría bloquearlo, pero me obligaría a gastar muchísimo qi. No es ni siquiera suficiente con el qi de menor densidad que sería equivalente al suyo. Lo que sería cuatro veces más. De lo que puedo deducir de los combates con Fen Huan, al menos con armas, me haría falta como siete u ocho.
En una pelea así, me acabaría quedando sin qi. Incluso si revelara mi cultivación real. Claro que, ¿por qué debería ser tan estúpido como para bloquearlo? El qi ya está circulando por mis pies, tal como indica la técnica de movimiento.
Lo esquivo con facilidad hacia un lado. Extiendo mi pierna para darle un rodillazo en el estómago. Añado qi de la etapa uno. Solo la envuelvo, no sé mucho más. Quizás, tendría que aprender técnicas de combate sin armas. Cuando tenga tiempo, podría echar un vistazo a las técnicas de Bronceada. Aunque no sea mi especialidad, es mejor que nada.
–¡Pum!
Se vuelve a caer hacia atrás. Se hubiera podido defender si hubiera mantenido la calma. Si no hubiera sido tan arrogante. Se duele. Me mira con odio.
–Esta vez lo has hecho. Lo vas a pagar– me amenaza.
Sus palabras son frías. Llenas de rencor. Me preocupa que sean más calmadas que antes. Parece que no se va a dejar llevar más por su ira. Recubre su cuerpo de qi. Desperdicia bastante. Pero lo protegerá de golpes como el de antes.
También noto qi circulando por sus pies. Su técnica de movimiento es con toda seguridad mejor que la mía. Bueno, no tiene que ser la técnica en sí. El problema está en que yo solo puedo aplicar qi de la etapa uno. Lo que me da menos explosividad.
–Es demasiado tarde para arrepentirse. Deberías haber colaborado por las buenas. Ahora…– me amenaza de nuevo fríamente.
Su mirada da miedo. El qi se acumula en sus pies para abalanzarse contra mí. Quizás podría esquivarlo una o dos veces, aunque no estoy seguro.
–¡Zas!
Por suerte, no hace falta. Él no sabe que lo había estado provocando en parte para que ella llegara. Al fin y al cabo, yo solo era el cebo. Le ha puesto la mano en el hombro. En cuando él se ha girado, ha recibido un puñetazo en la cara.
Se tambalea hacia atrás. Incrédulo. Su protección de qi de la etapa tres no ha sido suficiente contra qi del mismo nivel. Mira a la recién llegada, confuso.
–Espero que no sea suficiente para noquearte. Hace tiempo que no tengo una buena pelea– sonríe Fen Huan retadora.
Sin duda, la "maníaca de los combates". Lo está mirando fijamente. Esperando a que reaccione. Cuando le he ido a pedir el favor, no ha dudado en aceptar.
–¿Puedo tener una pelea con mis puños? ¿De verdad?– es lo que de hecho ha respondido.
Lo decía realmente ilusionada. Pen no ha querido ni mirarla.
–Llévatela ya. La has excitado demasiado. Y no de la forma normal– es todo lo que ha dicho.
Así que le he pedido que siguiera a mi perseguidor a cierta distancia. Que atacara cuando se pusiera en serio. Y eso ha hecho.
–¿¡Por qué te metes en esto!?– le grita Lin Man.
–Al menos tengo el mismo nivel… En cambio, tú, abusando de alguien dos niveles menos. Bueno, más bien, haciendo el ridículo– se mofa ella.
–¿¡Sabes quién soy!?– intenta intimidarla.
–Uno de esos que se creen mucho y no son nada. Vamos, demuestra que vales algo. Ataca– lo provoca ella.
–¡Maldita zorra! ¡Esta vez no me tomarás por sorpresa!– se abalanza contra ella.
Ella no se aparta hasta el último momento. Se agacha de repente. Como un muelle, vuelve a levantarse. Sumando la fuerza de su puño, el del movimiento y el del qi. Lin Man acaba en el suelo otra vez. Ahora sangra por la nariz.
–Vamos, vamos. Eso no es todo, ¿verdad? Sería decepcionante acabar tan rápido. Tanto, que tendría que golpearte para aliviar mi frustración– ella lo ataca también con palabras.
Parece muy cómoda en esta situación. Está claro que no es la primera vez.
Él se levanta. Está enojado. Pero también hay vacilación en sus ojos. Se queda mirándola. Indeciso. Sin atreverse a atacar. Con los puños alzados.
–Si tú no vienes, tendré que ir yo– amenaza mi masoquista. Se está divirtiendo.
–¿Por qué haces esto?– pregunta él, ya no tan arrogante.
–Si te metes con mis amigos, te metes conmigo– responde ella.
La palabra "amigo" no sería la más adecuada. Aunque eso no importa. Ella se lanza hacia él. Está usando una técnica de movimiento. Lin Man quiere esquivarlo como ella ha hecho antes. Pero el de ella solo era un amago. El golpe real es una patada de abajo arriba.
Lo que sigue es una paliza sin paliativos. Fen Huan siempre espera a que se levante. No lo patea en el suelo. A no ser que se quede allí. Y siempre lo vuelve a tirar. En el peor de los casos, ha necesitado cinco golpes. En el mejor, uno.
Él acaba suplicando. Prometiendo que me dejará en paz. Pero ella no se detiene hasta que pierde totalmente el conocimiento. Lo dejamos tirado en el suelo.
–¿Mi recompensa?– me pide.
Diría que sus ojos aún le brillan más que antes. Bueno, más bien, de forma distinta.
La abrazo y la beso. No se resiste. No me esquiva. No se parece en nada a la Fen Huan de hace unos momentos.
–Es un adelanto– le prometo.
Ella sonríe. Le he prometido disciplinarla. Me va bien. El sexo con ella me es muy útil ahora para mi cultivación. Aunque no puedo simplemente olvidarme de las otras. U olvidarme de ella cuando ya no sea así. Tampoco tengo tanta prisa. Con la ayuda de las demás, también avanzo rápido. Aunque su qi de la etapa tres es el más eficiente.