Ha pasado una semana desde que visité a Guo Xua, la madre de Guo Hai. Así que hoy bajo a la ciudad de nuevo. Aunque antes de lo habitual. Hay mucha cosas que hacer. Para empezar, me escondo en la salida de la mansión de la familia Zen. No son una de las familias más ricas. Tampoco sufren penurias económicas.
El terreno debe de ser una cuarta parte que el de la familia Guo. Más o menos. Vemos salir a algunos sirvientes y esclavos. Son muy jóvenes. Esperamos hasta que sale una mujer de mediana edad de complexión fuerte. Tira de un carro vacío. Supongo que va a comprar. Dejamos que sea Shi quien la aborde.
La excusa es que una joven señora que está buscando a Hong. Que la había tenido de pequeña. Ha perdido a su madre. Quiere recomprarla. Es una figura materna. Es la historia menos sospechosa que se nos ha ocurrido.
–La vendieron a la familia Zhao hace cuatro años– anuncia Shi cuando vuelve.
No nos queda más remedio que seguir buscando. Al menos, hace cuatro años no estaba muerta. Hai conoce la ciudad y las familias. Sabe dónde encontrarlos.
Es una mansión un poco más grande que la anterior. El primer esclavo al que pregunto resulta haber sido comprado un año atrás. Y eso que hemos elegido un objetivo de mediana edad. Lo único que queda claro es que ya no está allí. De todas formas, le doy un pincho de carne por las molestias. A un esclavo no puedes darle dinero o similar. Solo algo que pueda disfrutar inmediatamente.
Con la siguiente tenemos más suerte. Es una mujer de avanzada edad. Que tenía ganas de hablar. A Shi le ha costado un rato volver.
–Familia Huang– anuncia resignada.
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Después de cinco familias descubrimos que la última ha decidido venderla. Su hijo ya no necesita ser amamantado. La subastarán en unos días.
–Podríamos comprarla– sugiere Liang.
Song no dice nada. Mira a Shi. Las gemelas están pensativas.
–Todas hablaban bien de ella. Supongo que podemos comprarla. No creo que sea muy cara– propone Shi.
La venta es pasado mañana. Hemos llegado por los pelos. No hay nada más que podamos hacer hoy. Por la noche, ya discutiremos los detalles. Por ahora, me cambio de ropa. Soy uno de los guardaespaldas de Song. Y tenemos que darnos prisa. Nos hemos entretenido demasiado.
Llegamos al restaurante. La presencia de los guardaespaldas indican que están allí. Yo me quedo con ellos. La tercera planta está reservada para mujeres. A, la segunda los guardaespaldas sí pueden subir. Parece que Shi perdió la última competición. Así que le toca ser guardaespaldas.
Los que están conmigo no hablan mucho. Por lo que parece, lo tienen prohibido. ¿Temen que puedan desvelar secretos? Eso lo hace bastante aburrido. Me entretengo viendo a las gemelas entrenar desnudas. Una contra la otra.
Puede que Yu sea más tímida. Pero a la hora de luchar, no hay mucha diferencia. Están muy igualadas. Y son muy competitivas. Las dos tiene un montón de marcas por todo el cuerpo.
Usan dagas de madera sin filo. Wan les hizo una especie de pintura. Se quita con agua. Cada marca es una supuesta herida. Resulta excitante verlas moverse. Ver sus pechos oscilar. O sus nalgas. Esta es para Yi. Ah, no. Yu también le ha dado. Empate.
Sus ropas están justo al lado. Son capaces de vestirse en un momento. Si las aviso. Están preparadas.
Lang está cocinando. Vestida y preparada. Con ambas espadas envainadas. Si la llamo, aparecerá enseguida. Rui y Ning también están preparadas, por lo que pueda pasar.
Liang está con Shun, Wei, Rayitas y Terror. Bronceada entrena. Creo que la subiré de etapa. Rong está cortando madera. Me encanta como se mueven sus tetas cuando lo hace.
Tengo que concentrarme para no tener una erección. Resultaría un poco incómodo. Por suerte, tengo control de mi cuerpo.
Finalmente, aparece Song. Seguida de Shi. Solo me miran. Yo las sigo.
–No parece que nos sigan. ¿Cómo ha ido?– pregunto.
–Creo que bien. Luego hablamos. Cámbiate– responde Shi.
Entre ella y Song me desnudan. Me ayudan a vestirme tras un carro vacío. ¿Soy yo o han tardado demasiado en ayudarme a vestirme? Voy con el rostro cubierto y con uniforme de la secta. Vuelvo por donde he venido. Y justo aparecen un par que no me son desconocidos. Son dos de los guardaespaldas que he visto antes. Están en las etapas siete y ocho de Génesis.
–Disculpa, ¿has visto a una mujer pelirroja con un velo azul seguida de dos guardaespaldas? Uno era hombre y otro mujer– me detienen y me preguntan.
Me tratan con respeto por ser un estudiante. Y por ser mi nivel mayor que el de ellos. De hecho, cuando estaba de guardaespaldas, lo he limitado a siete. Ahora aparento nueve.
–¿Una con tetas grandes? Es una pena no haberle podido ver la cara. Seguro que estaba buenísima– revelo.
Intento usar el tono más vulgar que soy capaz. Imitando a alguno estudiantes.
–¡Esa! ¡Realmente era imponente! Au…– responde uno de ellos, antes de recibir un codazo.
–¿Dónde la has visto?– pregunta el otro.
–En la otra calle. Iban hacia arriba– aseguro.
–Gracias.
Dicho esto, se van apresuradamente. Uno de ellos quejándose del codazo. Buscando al grupo que no van a encontrar. Están en la Residencia. Excepto yo. Al que no han reconocido.
Ya nos esperábamos que nos siguieran. Puede que no haya malas intenciones. Quizás solo intentar descubrir quiénes somos. Qué motivos tenemos. Si los estamos engañando. Espero que las dudas no les impidan actuar. No lo creo. Como mucho, se asegurarán.
Como era de esperar, voy un poco justo de tiempo. Por una parte, no esperábamos que Hong hubiera pasado por tantas familias. Por la otra, las concubinas se reunían tarde.
Por suerte, no es demasiado tarde. He cubierto la túnica de discípulo de la secta. Me atienden a pesar de que están a punto de cerrar. Lo que tiene ser un buen cliente. Y ser amante de la dueña.
Parece que Lin Tao se ha calmado un poco. Que lo disfrute mientras pueda. Si todo va como planeamos, la familia Guo va a estar caldeada.
Guo Xuo no debería tener muchos problemas. Ha caído un poco en desgracia al perder a su hija. Está algo apartada de la lucha por el poder. Del favor de su marido. Bueno, de eso, hace ya mucho tiempo. Por eso se sentía tan sola.
Es curioso que se comporte tan tímida cuando la hago tomar la iniciativa. Cabalgarme. Se había acostumbrado a estar sometida. Aunque es solo al principio. Luego se anima. Acaba cansada y tengo que moverme también.
¿Debería ayudarla a subir de etapa? Mejor esperar a que las turbulencias acaben. Espero que me haga caso. La he avisado para que se mantuviera al margen. Me ha mirado raro. No puedo explicarle aún a qué me refiero
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–O lo explicáis ya o nos aliamos con Kong contra vosotras– amenaza Liang entre risas.
–¡Traidora!– se indigna artificialmente Song.
–Jo, dejad ya de jugar y explicarlo– se queja Yu.
–Vale, vale. ¡Qué impacientes!– protesta Shi.
Se están haciendo de rogar para explicar los detalles. Y eso que están deseando hacerlo. Todos las miramos con atención.
–Song llega toda arrogante, como si fuera una persona importante. Ja, ja. ¡Tendríais que haberla visto! Se acerca a la mesa y se sienta en una silla libre sin más. Todas se la quedan mirando. Tendríais que haber vistos sus caras– empieza Shi, riéndose.
–No es para tanto. Si hubierais visto a Shi… Haciéndose la dura. Detrás mío. Pisando fuerte. Mirándolos a todos como si fueran gusanos. Con aires de superioridad. Las otras guardaespaldas la miraban preocupadas. Debían pensar que iba a atacarlas– sigue Song.
–Ja, ja. Vaya par de camorristas– ríe Liang.
–Por una vez que podemos… Nos miraban con cara de pocos amigos. Una me dice: "¿Qué es lo qué quieres? ¿Sabes quiénes somos?" Quería parecer arrogante, pero estaba asustada. Shi y yo las miramos a todas una a una, lo más arrogantes que podíamos. Algunas tragaban saliva– continúa Song, divertida.
–Entonces Song golpea sobre la mesa con las dos manos. En cada una, una de las pociones. Les habla entonces muy seria, no parecía ella. Les dice: "Seguramente estáis envenenadas. Una gota de esta poción sobre una gota de sangre. Si la sangre se vuelve verde, lo estáis. Esta otra es el antídoto."– relata Shi.
–No se lo creyeron al principio. Es normal. Una pregunta muy escéptica: "¿Envenenadas? ¿Qué clase de veneno? ¿Desde cuándo?"– sigue Song.
–Aunque no se lo creían, algunas estaban asustadas. Se pusieron pálidas después de que Song les dijera: "Es un veneno que no mata. Va poco a poco depositándose en los meridianos. No los bloquea del todo, pero provoca que el qi fluya menos libremente. Como si vuestra aptitud empeorara. Os hace más dificil romper las barreras de la siguiente etapa"– nos cuenta Shi.
–En ese momento, por sus caras, sabíamos que habíamos acertado. Era como había supuesto Hai– apunta Song.
–Ya veo. Así que realmente esa concubina Lihua había conspirado contra todas. Ella las acaba superando de cultivación mientras las demás se quedan estancadas. ¡Qué despiadada!– exclama Shun, sorprendida.
Cuando le han explicado esa posibilidad, no se lo había acabado de creer. Ahora no le queda más remedio.
–Sí, eso parece. Además, aunque intentaban disimularlo, estaban desesperadas. La otra concubina ya las había alcanzado. Y medio reconocieron que no habían hecho casi ningún avance en años. Que incluso iban a peor– explica Song.
–Je, je. Song las extorsionó. Les hizo pagar 5.000 oros– se burla Shi.
–¿¡Tanto!?– se sorprende Yi. Diría que le brillan los ojos.
–Pedí 10.000, pero acabamos regateando a 5.000. Sin duda, estaban desesperadas. Y tenía que recuperar lo que gastamos en hacerlas– se encoge Song de hombros.
Es cierto que los pétalos nos costaron 250.000 puntos. Pero con 5.000 oros, podríamos obtener cien veces más. Eso es algo más que recuperar. No me extraña que nos quisieran seguir.
–No se acababan de fiar, pero no tenían más remedio que aceptar. Y más cuando Song les dijo que seguramente sus hijos también estaban envenenados– acaba la explicación Shi.
–Con la poción de detección podrán descubrir de dónde vienen el veneno. Pronto, va a haber movimientos en esa familia. No me extrañaría que corriera sangre– murmura Yu.
Sabe de qué habla. En su familia hay conflictos. Por eso, su prima quiso matarlas. A orden de su tío. También a Wan. Y están las sospechas sobre la situación de sus padres. Además de algunas muertes de partidarios. Quizás por eso, parece más bien triste al decirlo.
–Ahora solo queda ver qué pasa. Podemos echar un vistazo cuando vayamos a comprar al ama de cría. ¿Qué precio ofrecemos?– pregunta Liang.
–No importa mucho si la compramos o no. Solo es importante poder hablar con ella. No más de 100– propone Song.
–Es un ama de cría, lo que la hace valiosa. Tiene cierta edad, lo que le baja el valor. No creo que llegue a 100. Pero si hay alguien que la necesita por la razón que sea, podía subir mucho el precio– explica Shun.
Ha tenido experiencia en los mercados. Ha visto varias subastas. Incluida a ella. El que nos la vendió, pujó por ella creyendo que haría el negocio de su vida. No le salió bien.
–Yo creo que podríamos subir más si es necesario. Zhu'er la quería mucho. Lo agradecerá– interviene inesperadamente Lang, con timidez.
No suele meterse en estas conversaciones. Se muestra muy tímida. Con poca confianza. Pero esta vez interviene por Bronceada. Por Wu Zhu. Ella la conoce por Zhu'er. Parece que, aunque no se llevaba muy bien con ella, tampoco la odiaba.
Se sonroja y baja la mirada cuando todos nos volvemos hacia ella. Algunas niegan con la cabeza. No por lo que ha dicho. Sino por ser tan tímida en este tipo de circunstancias.
–Me parece bien. Además, si vendemos su leche, podemos amortizarlo. ¿Hasta 500?– la apoya Yu.
–Nada en contra– también la apoya Yi.
–A mí me está bien– añade Song.
Liang y Shi también están de acuerdo. A mí ni me preguntan. Cuando me quejo, me tiran a Lang encima. Entre risas. No es difícil imaginar que acabamos follando. Primero Lang. Luego el resto.
Song incluso hace el papel de mercader arrogante. Shi de ruda guardaespaldas. Cabe decir que no son muy convincentes. El no acabar las frases por estallar en carcajadas le resta bastante credibilidad.
En dos días es la subasta. Veremos cómo va.