—En la carta, Aliana solo mencionó que se encontraron con Alan, pero había algo inusual en él —Ethan frunció el ceño—. Porque él mismo no estaba seguro de lo que realmente había pasado cuando dejaron la Manada de Diandem para la manada Lobo Sangriento.
—En la carta, Aliana dijo que esta persona, que parecía Alan, podía hacer... magia. Mataba a los cuatro comerciantes obligándolos a suicidarse...
—El frunce del ceño de Ethan se profundizó aún más cuando recordó lo que Aliana había escrito en su carta en el momento en que llegaron a la manada Lobo Sangriento. Ella lo detalló.
—Ella pensó que no era Alan, porque aparte de tener la misma cara, no había nada similar entre la persona que conocieron ese día y el rey cobarde —Ethan se acercó a Caña, quien guardaba silencio—. No hablaba mucho últimamente, aparte de dar unas pocas órdenes aquí y allá.
Estaban en el juego de la espera y el tiempo era muy esencial en este momento.