Los oscuros cielos estaban cubiertos por un velo de ceniza que caía lentamente. Muy abajo del paso de montaña, iluminada por un siniestro resplandor rojo, una vasta metrópolis yacía en ruinas. Los edificios destrozados se sumergían en ríos de lava, y un terrible incendio se extendía por la tierra devastada, devorando lo poco que quedaba de la que alguna vez fue una próspera ciudad.
Por encima del panorama de devastación, la oscura silueta del Monte Érebo estaba envuelta en humo. Una inundación de roca fundida fluía por sus laderas, brillando a través de la bruma. Las murallas de la ciudad estaban abiertas, e incontables hordas de Criaturas Pesadillescas merodeaban por las ruinas, algunas bañándose en las llamas, otras evitándolas.
… mirando hacia abajo con una expresión muerta en su pálido y cansado rostro, Sunny se encontró momentáneamente incapaz de sentir nada.
—No tiene sentido…