Edward parecía ser capaz de percibir el repentino cambio en sus emociones.
No había expresión en su rostro, pero él pudo captar todas las señales en un minuto.
En ese momento, Edward levantó su barbilla y la hizo mirar a sus ojos.
¿Quién habría pensado que el Cuarto Maestro Swan, quien hacía que la gente tuviera miedo de acercarse, tenía un par de ojos que eran como estrellas?
Inicialmente pensó que ya no había brillo en sus ojos, solo entumecimiento hacia el frío mundo. Sin embargo, ahora, ese par de ojos eran como un vasto universo, lleno de luz de las estrellas.
Jeanne cerró los ojos.
Lentamente, un beso cayó sobre sus labios.
La mejor manera de que ellos dos se entendieran sería... no tomar en serio sus sentimientos el uno por el otro.
Sin embargo, además de ese beso profundo y tierno, Jeanne no sintió ni una pizca de lujuria por parte de Edward. Era como si solo tuviera amor, afecto y profundo cariño por ella…