Una vez que hubo una brecha entre ellos, sería fácil para ella lidiar con los Lawrences.
Las comisuras de su boca se curvaron en una malvada sonrisa.
Luego, sacó su teléfono y marcó un número.
La llamada se realizó y se sorprendió un poco cuando escuchó:
—¿Primogénita Señorita Lawrence?
—Nox —dijo Jeanne—. ¿Estás libre? Quiero hablar contigo.
—¿Hablar conmigo? ¿Me vas a matar? —El deseo de vivir de Nox seguía siendo muy fuerte, especialmente porque estaba justo en frente de cierta persona.
En el momento en que respondió la llamada, una cierta persona ocupada, que lo había estado ignorando todo el día, levantó la vista hacia Nox.
Su atención fue atraída en el momento en que Nox mencionó a su esposa.
—Es negocio.
—Si no lo fuera, tampoco habría respondido a tu llamada.
...
La persona al otro lado sonrió. —¿Ahora?
—Si estás libre, te esperaré ahora en el Jardín de Bambú.
—De acuerdo —Nox aceptó de inmediato.
Después de eso, dijo a propósito a Edward de manera coqueta: