—Elsa... —Samuel sostuvo su mano, tratando de consolarla. Pero antes de que pudiera decir algo más, su teléfono sonó—. Espera un momento.
Al sacar su teléfono del bolsillo, notó el número de Sebastián parpadeando en la pantalla. Su actitud se endureció, al darse cuenta de que probablemente enfrentaría la ira de su jefe por actuar impulsivamente. Con una respiración decidida, deslizó la pantalla para contestar la llamada.
—Hola —dijo, endureciendo su corazón.
—Deja a Elsa en casa y ven a verme —la voz autoritaria de Sebastián ordenó.
Beep
Samuel miró el teléfono, momentáneamente desconcertado. Levantó la vista hacia Elsa, su corazón latiendo aceleradamente—. El jefe quiere hablar conmigo —dijo, lamiéndose los labios nerviosamente—. Necesito ir.
—¿Está todo bien? —preguntó Elsa, con un temor infiltrándose en sus pensamientos de que Sebastián pudiera haber descubierto la implicación de su hermano con Ella.