A medida que la vibrante fiesta llegaba a su fin, Abigail se retiró a la serenidad de su habitación mientras Cristóbal todavía estaba ocupado con parientes y algunos amigos de la familia. Estaba físicamente agotada por las festividades, pero su espíritu seguía ardiendo con la emoción de la tarde.
Conocer a Alejandro y Julia había dejado una profunda impresión en ella, y la perspectiva de ser modelo para la colección de Julia la llenaba de anticipación. Además, estaba emocionada con la posibilidad de posar frente a las cámaras.
Sin embargo, cuando se acostó en su cama, la realidad comenzó a hacerse presente. Se dio cuenta de que sus padres no habían venido a bendecirla, y ni Elsa ni Jasper asistieron a la fiesta.
Justo entonces, su teléfono sonó, rompiendo el silencio en la habitación. Abigail lo cogió y vio el nombre de Jasper. Su cara, que una vez estuvo iluminada por la festividad, ahora adoptó un tono sombrío al contestar la llamada.