Henry irrumpió en la habitación con poca luz con una cara de confusión. Estaba a punto de decir algo, pero se detuvo cuando notó a Lance perdido en sus pensamientos. Se acercó a su sobrino y le dio unas palmaditas suaves en el hombro, intentando sacarlo de sus cavilaciones. Las sombras proyectadas por las luces fluorescentes parpadeantes danzaban a través de las paredes mientras la agitación de Henry crecía.
—¿Lance, estás bien? —preguntó Henry con suspicacia, su voz reflejando su inquietud.
Lance se removió ligeramente, su mirada renuentemente pasando de la pared frente a él a su tío. —¿Qué sucede? —respondió, su atención moviéndose al teléfono en su mano—. ¿Por qué te ves tan preocupado?
El contraste en sus humores era obvio, con la clara angustia de Henry y el aparente desapego de Lance. La tensión en la habitación creció mientras Henry no podía comprender por qué Lance parecía tan absorto.