Al día siguiente…
Cristóbal llegó a tiempo al lugar de trabajo. Sus pensamientos volvían al archivo confidencial que había visto en la bolsa de Abigail. No pudo revisar el archivo anoche. La sospecha y el dolor aún persistían en su corazón, pero tuvo que compartimentar su agitación personal para enfrentar el asunto urgente en cuestión.
Benjamín se apresuró e informó que el propietario de la tierra había estado esperándolo.
—¿Estás seguro? —Cristóbal lo miró incrédulo. No entendía por qué el hombre, que había desaparecido después del accidente, estaba de repente en su oficina, aparentemente dispuesto a hablar sobre el trato.
Benjamín asintió y dijo:
—Llegó temprano y quería hablar contigo sobre el trato.
—¡Vaya! —Cristóbal no podía entender cómo había ocurrido este milagro—. Tráelo.
—Claro… —Benjamin salió apresuradamente.
Cristóbal se sentó en su asiento y esperó al propietario con anticipación.