Toc-Toc-Toc…
Aunque Cristóbal sintió el impulso de irrumpir en la habitación, se controló y en su lugar, golpeó la puerta. A pesar de que sus entrañas ardían de rabia, mantuvo su respeto hacia su padre.
—Pasa.
Cristóbal irrumpió en la habitación, cerrando la puerta tras él con fuerza.
Bang…
El fuerte sonido del cierre de la puerta hizo que Adrian levantara la cabeza y lo mirara. Sus cejas se fruncieron en señal de sorpresa.
—¿Qué sucede? ¿Has olvidado tus modales? —Adrian también se enfureció.
—¿Por qué despediste a la Sra. Green? —Cristóbal echaba chispas, sujetando el respaldo de una silla junto a la mesa de trabajo—. No perdí tiempo hablando de otras cosas.
—¿Sra. Green? —Adrian entrecerró los ojos—. En ese momento, no podía recordar a quién se refería Cristóbal.
—La Sra. Rachel Green —dijo Cristóbal, apretando los dientes—. Ella trabajaba en el Hotel Sierra, y la despediste hace unas horas. ¿Lo has olvidado tan pronto?