El sol de media mañana fluía a través de las ventanas del suelo al techo del gimnasio interior de Tom, mientras Lucy y Tom se encontraban uno al lado del otro en una pareja de cintas de correr, ambos vestidos con ropa deportiva cómoda.
Lucy llevaba una camiseta sin mangas ajustada y mallas que se adherían a su cuerpo, mientras que Tom vestía una camiseta suelta y pantalones cortos. El aire estaba lleno del suave ritmo de sus pisadas mientras se asentaban en un ritmo constante.
—Esto es agradable —comentó Lucy, su voz entrecortada pero alegre mientras echaba un vistazo a Tom—. Me alegra que finalmente podamos hacer esto.
Tom sonrió, sus ojos brillando con un desafío juguetón.
—¿Te apuntas a una competencia? —preguntó, aumentando ligeramente la velocidad de su cinta de correr.
Lucy sonrió.
—Mientras no planees hacer trampa como siempre, sabes que estoy dentro. ¿Cuál es el premio?
—Como siempre. Puedes pedirme cualquier cosa...