Jade tenía una expresión decidida en su rostro mientras cruzaba el vestíbulo del bufete de abogados en dirección al ascensor, llevando consigo algunos de sus archivos de casos.
Había pensado en ello y le había dado más que suficiente reflexión. Estaba harta de trabajar para un jefe tan corrupto. Sabía que varios de sus colegas masculinos se ofrecerían encantados a tomar el caso del cártel de ella ahora que había terminado con la parte más arriesgada, y había logrado poner a los viejos sucios tras las rejas. Simplemente iba a entregar el caso al primer afortunado bastardo que pudiera.
—¡Oye, Jade! ¡Felicidades por atrapar a esos viejos pedorros! —Un colega masculino le gritó mientras se apresuraba a alcanzarla antes de que ella subiera al ascensor.
¡Genial! Justo uno de los chicos con los que había estado esperando encontrarse. —Gracias, Tate. ¿En qué andas estos días? ¿Tienes algún caso importante que estés manejando? —Preguntó mientras entraba al ascensor, y él se unió a ella.