—¡Eh! Llamaste antes —dijo Tom inmediatamente al conectar la llamada, mientras intentaba conducir el coche lentamente para no despertar a Lucy. Podía notar que estaba exhausta, aunque su cansancio no tenía nada que ver con sus deberes en la oficina.
—Ahora te has vuelto un hombre difícil de alcanzar. Me pregunto si es porque tu mano derecha no está contigo —dijo Jade mientras se sentaba frente al tocador de su dormitorio.
—¿Solo porque llamaste una vez y no contesté se me volvió difícil de alcanzar? ¿Cuándo te volviste tan dramática? —Tom preguntó con una risa divertida, ignorando la otra parte de su declaración.
—Desde que enviaste a tu lindo mejor amigo aquí para cuidarme —respondió Jade mientras desataba el cinturón de su bata de noche con la otra mano que no sostenía el teléfono en su oreja.
—No sé de qué estás hablando —negó Tom, tratando de hacerse el desentendido.