Harry levantó la vista del documento frente a él y miró a Lucy, que acababa de entrar a su oficina.
—No vendrá hoy, —dijo, respondiendo a su pregunta no formulada. Mientras la observaba detenidamente. Tenía que admitir que ella se veía más bonita con el cabello suelto y sin sus lentes.
—¡Oh! ¿Entonces qué debo hacer? —Preguntó Lucy, sintiéndose muy aliviada de no tener que enfrentarse a un jefe que sabía que probablemente iba a ser difícil. No es que no tuviera curiosidad por saber cómo se veía, pero simplemente aún no estaba lista.
—Ya te lo dije, tu oficina cambió sin duda, pero tus responsabilidades son las mismas. Puedes hacer que tu secretaria te traiga todo el trabajo que necesitas atender, y si el jefe tiene una tarea para ti, te la entregaré, —Harry le aseguró.
—Está bien. Gracias, señor, —dijo Lucy, dando media vuelta para irse.
—¿Señorita Perry? —Harry la llamó antes de que llegara a la puerta.
—¿Sí? —Lucy preguntó, mirándolo con curiosidad.