Heaven no pudo evitar preguntarse cómo se sentiría tener sus colmillos enterrados en su cuello. La emocionaba cuando no debería. Fue doloroso la primera vez.
Sus labios se movieron lentamente desde su oreja hasta sus labios. Un ligero roce y ella estremeció. Luego apoyó su frente contra la de ella, sus caras cerca una de la otra, sus cálidas respiraciones mezclándose.
—Dime, Heaven —continuó hablando en voz baja—. Dime que me amas.
—Te amo —ella susurró.
—¿Me necesitas?
—Te necesito.
—¿Me deseas?
—A ti completo.
Heaven pensó que él estaba buscando seguridad. Definitivamente era una pesadilla que le hacía sentir así. Quería que él supiera cómo se sentía realmente acerca de él. Que nunca tendría que preocuparse de que ella lo dejara.