—¿Tienes hermanos, Roshan? —Rasmus preguntó mientras daban un paseo por el castillo.
—No —respondió Roshan.
—Entonces probablemente no sabes cómo me siento.
—¿Cómo te sientes? —Roshan preguntó aunque ya lo sabía, ya que podía leer sus pensamientos.
—Mis hermanas son todo lo que tengo. Las he criado, las he educado, las he protegido, les he proporcionado y, a cambio, me han dado una razón para vivir. Ahora, ambas se van —hizo una pausa.
Rasmus tenía dificultades para dejar ir a sus hermanas.
—Quiero que estén en buenas manos. Sí, ser rey y gobernar grandes tierras se siente bien, pero dejaría todo por mis hermanas. Así que si alguien les hace daño, los buscaré dondequiera que se escondan —continuó.
Roshan asintió.