La noticia cayó como un rayo en un día de verano. Los estudiantes y profesores se encontraban en plena rutina diaria cuando un heraldo de la raza Ellyrian hizo su aparición. Alto, de piel grisácea y ojos brillantes, portaba la insignia de la realeza Ellyrian: un círculo atravesado por un rayo.
En el patio central de la academia, con la multitud reunida, el heraldo desenrolló un pergamino y anunció: "En nombre del Imperio Ellyrian, anuncio el inicio de la guerra entre nuestro imperio y el Imperio Humano. De acuerdo con las antiguas leyes de guerra, establecidas por los Dioses Primigenios, otorgamos a vuestra academia un mes de preparación. Que los dioses presencien este conflicto y juzguen de forma justa".
A medida que las palabras del heraldo resonaban en el aire, un silencio sobrecogedor se apoderó del lugar. Los estudiantes y profesores miraban atónitos al emisario Ellyrian, tratando de asimilar la gravedad de la situación.
Johnathan, sin embargo, parecía imperturbable ante el anuncio. Su mirada se encontró con la del heraldo Ellyrian, sus ojos brillaban con determinación y una serenidad que contrastaba con la gravedad de la situación. Asintió con la cabeza en respuesta al heraldo y volvió su mirada hacia los estudiantes y profesores.
"Lo habéis oído", comenzó, su voz tranquila y firme atravesando el silencio. "Tenemos un mes para prepararnos. Esto no cambia nada. Seguiremos con nuestros entrenamientos, aprenderemos a manejar nuestras emociones y, por supuesto, a mejorar nuestras habilidades. Confío en cada uno de vosotros."
La calma de Johnathan parecía inquebrantable, una roca en medio de un torbellino. A pesar de la inminente amenaza de la guerra, su comportamiento inspiraba a los demás a mantener la cabeza en alto. Sí, la guerra se avecinaba, pero no se dejarían abrumar por el miedo.
Después de su discurso, Johnathan se dirigió al heraldo Ellyrian y le entregó una carta sellada para el líder del Imperio Ellyrian. En la carta, Johnathan aceptaba formalmente el desafío y aseguraba que la Academia Imperial del Imperio Humano estaría preparada para enfrentar cualquier amenaza.
Con el anuncio terminado y la carta entregada, el heraldo Ellyrian se retiró, dejando detrás una academia en silencio. Pero este silencio no era de derrota, sino de determinación. La guerra estaba a la vista, y la Academia Imperial se preparaba para afrontarla de frente.