Una cola dorada tan gruesa como una pierna y casi el doble de larga salió de la parte baja de la espalda de Solus, azotando el aire de dolor.
La cara de la criatura también estaba cubierta de escamas, sus únicos rasgos visibles eran dos ojos dorados y una boca sin labios llena de colmillos prístinos que le daban un aspecto aún más salvaje.
Leari hizo que Sangre Real se encogiera más rápido mientras también tomaba una profunda respiración para usar las Llamas del Origen para liberarse en caso de que el misterioso pilar protegiera a Solus del daño.
Estaba tan concentrada en la tribulación mundial que había olvidado a Valia, Locrias y Trion. Los tres Demonios lanzaron ráfagas de Llamas del Vacío, quemando su carne e interrumpiendo el flujo de oscuridad que había protegido a Truenonacida del dolor.
La repentina agonía hizo que Leari gritara, perdiendo su concentración. Sangre Real se desvaneció y no salieron llamas, solo estertores de muerte.