—¿A qué te refieres con que las tribulaciones de Lith también afectan a Solus? —preguntó Faluel.
—Todavía es una teoría sin fundamento, así que no quiero ilusionarte. Además, para compartirla contigo, me vería obligado a violar su privacidad y revelar algunos de los secretos que Lith guarda para sí mismo. —dijo Leegaain.
—Entonces no quiero saber. —La curiosidad de Faluel era fuerte, pero no lo suficiente como para traicionar la confianza de sus discípulos.— ¿Vas a volver directamente a casa o te quedarás a tomar el té?
—Ni lo uno ni lo otro. Vamos a ir al resort Flying Griffon y conseguir mis muestras de sangre. ¡Juro que si recibo otro maldito puro o una cinta azul, desataré una guerra tan sangrienta que los no-muertos se verán obligados a migrar de nuevo!
—Lo siento, pero no puedo dejar Lutia. —Faluel negó con la cabeza.— Prometí a Lith proteger el pueblo y no pienso fallarle de nuevo.