El recuerdo de Gadorf el Wyvern golpeó a Lith, haciéndolo reconsiderar. Xedros parecía más problemático por momentos, pero Lith no tenía muchas más opciones. El Güiverno era un oponente al que podría enfrentarse o al menos tenía que respetar a su nuevo maestro.
Un Dragón, en cambio, probablemente trataría a ambos como insectos.
Un ruido infantil repentino despertó a Lith de su ensimismamiento, planteando aún más preguntas sobre la Hidra tan animada.
—¿Qué fue eso?
—Lo siento, el pequeño es un auténtico pillo y logró arrebatar mi amuleto. —Ella le mostró un bebé que no debía tener más de unos meses de edad.
—Ayudé a Selia durante su parto e hizo maravillas para romper el hielo. A veces cuido de sus hijos para permitirle descansar un poco o salir en una cita con Ryman. Dioses, casi había olvidado lo maravillosos que son los crías. Me dan ganas de tener algunos de los míos de nuevo.