El tercero provocó que el maná corrupto se elevara. La Estrella Negra tembló mientras pequeñas grietas aparecían en su superficie. Solo entonces Lith dejó de cantar. La tinta en el suelo se volvió gris antes de desvanecerse.
Interrumpir un hechizo no era diferente de un lanzamiento fallido. El maná aún dentro del líquido ya no tenía dirección, se volvía contra su huésped quemándolo por dentro. Lith cantó Congelar de nuevo, renovando el sello y aplastando la confianza de la Estrella Negra de un solo golpe.
—No eres un kaduriano. Si mueres, no hay vuelta atrás. Dime lo que quiero saber o enfrenta el olvido.
Tardó un rato para que las palabras de Lith calaran en la mente atónita del artefacto. Siempre había sido el depredador supremo. En la pequeña jaula en la que había vivido durante los últimos siglos, la Estrella Negra había sido una existencia sin paralelo.