Phillard no tenía recuerdos de haber sido un animal. Su primer recuerdo fue ponerse de pie sobre sus patas, sintiendo la necesidad de llenar su vientre. Como bestia mágica, siempre había estado en la cima de la cadena alimenticia.
El miedo era una emoción poco común para él. Algo que experimentó solo cuando se enfrentaba a Monstruos Evolucionados o, más recientemente, a Lith. Ser devorado vivo hizo que Phillard descubriera la emoción del terror.
La conciencia de que, incluso si de alguna manera lograra deshacerse del trol, podría morir a causa de sus heridas, casi fue suficiente para hacerlo entrar en pánico.
Casi.
Su cuerpo estaba débil pero su mente era fuerte. Filamentos de tierra emergieron del suelo, metiéndose por las muchas fauces del trol. El barro y las piedras sabían horrible. Una expresión de disgusto apareció en la cara del Caído mientras intentaba librarse de las ataduras que restringían sus movimientos.