Después de ver a la empleada salir de la habitación, Scarlett llamó a alguien.
En el segundo timbre, la llamada telefónica se conecta. —Tío Adams... hace mucho tiempo que no hemos hablado. ¿Cómo estás?— Preguntó educadamente.
¡Dios mío! ¿E-Esta... joven señorita Scarlett?— La voz del hombre de mediana edad al otro lado de la línea sonaba temblorosa, haciendo sonreír a Scarlett.
—Este viejo, ¿cómo puede aún recordar mi voz después de tantos años sin hablar!?— Ella sintió escalofríos.
—Tío... Sí, soy Scarlett. No hemos hablado en mucho tiempo. ¿Cómo estás allá?—
—Estoy bien, jovencita. ¿Qué tal tú? ¿Todo bien? ¿Cómo está tu padre? ¿Sigue en coma?—
—Oh, ¿cómo supiste lo de mi papá?— Scarlett se sorprende al saber que el Tío Adams aún sabe acerca de la condición de su familia aunque ya no trabaje para ellos.
—Jajaja, jovencita. Aunque no he trabajado allí hace mucho tiempo, todavía sé acerca de tu situación y de lo que ha pasado en casa...— dijo Tío Adams orgulloso.