—Papá-mamá —llamó con ojos brillantes.
Jeslyn, que estaba parada junto a la puerta, sonrió con lágrimas corriendo por su rostro y se apresuró a abrazar a Valen.
—Hijo, mamá te ha extrañado. Casi me asustas hasta la muerte —dijo Jeslyn.
Valen no dijo nada y simplemente la abrazó, aunque la inyección le estaba pinchando la muñeca. La extrañaba mucho y sentía que la única forma de tener suficiente de ella era grabarse en su mente.
Vera observaba a los dos con envidia y odio. Se suponía que ella era la que recibía los abrazos y lo llamaba su hijo. Valen ni siquiera la miraba dos veces, a pesar de que se suponía que era su "madre".
Al no gustarle lo que veía, tosió en su puño para separarlos, pero a nadie le importó.
Tosió de nuevo, un poco más fuerte que la primera vez, pero aún así, nadie respondió. Molesta, finalmente habló. —Jeslyn, está en agujas. Debe estar doliéndole. Además, acaba de despertar y necesita descansar y aire fresco.