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67.56% The Charm of the Beast / Chapter 75: Veintiséis. Ética.

Chapitre 75: Veintiséis. Ética.

Mil productos diferentes llenaban la estantería del baño de Alice, todos ellos con la tarea de embellecer la piel de una persona. Supuse que había adquirido la mayoría por mí, ya que en aquella casa todos tenían una piel perfecta.

Alice me peinaba con movimientos lentos y suaves.

—¿Has sabido algo de mis padres? —le pregunte.

—Si. —dijo. —Estaba en casa de Billy cuando Carlisle y Edward fueron, así que ya se dieron cuenta que regresaron de la "Excursión", así que deberías ir a tu casa a dejar tus cosas y descansar un poco. Y recuerda contar la historia que ensayamos. —

Suspiré y asentí.

—Ya sé que no te gusta mentirles, pero tienen que seguir en la ignorancia para que estén a salvo. —dijo. —Ahora, vete a casa. Habla con tus padres. Dale vida a tu coartada y mantenlos a salvo. —

Me puse de pie y la sangre me bajo de golpe hasta los pies. Había permanecido demasiado tiempo sentada.

—Ese atuendo te queda estupendo. —me alago Alice.

—Gracias por la ropa. —dije.

—Es una prueba. —sonrió. —¿Qué es una excursión de compras sin un atuendo nuevo? Es muy favorecedor aunque este mal que yo lo diga. —

Me mire en el espejo, pero Jacob vino a mi mente, haciendo que mi expresión cambiara a una de tristeza.

—Él está bien, Elina. —dijo Alice. —No fue tu culpa ni nada de eso, él fue un idiota por decir algo como eso, es el karma. —

Asentí.

—Algo te tiene muy callada, ¿Qué es? Pregunta. —

—¿Seré como ella? ¿Como Bree? —pregunte.

—Cada uno lo experimenta de una forma diferente, pero sigue habiendo cierto parecido. Pero se pasa—prometió.

—¿En cuánto tiempo? —

—Unos cuantos años, talvez menos. En tu caso puede ser diferente, nunca he visto nadie queriendo ese control de manera voluntaria así que será interesante verte. —

Asentí.

—Bueno, será mejor que me vaya a ver a mis padres. —dije.

Conduje mi coche con dirección a mi casa.

—Hola, cariño. —me recibió mi madre en cuanto entre a la sala. —¿Qué tal la salida de compras? —

—Muy larga pero entretenida. —dije. —Acabamos de llegar. —

En ese momento entro mi padre a la sala y se sentó a un lado de mi madre.

—Hola, mi pequeña. —saludo mi padre. —¿Si supiste lo que le paso a Jacob? —

—Si. Los Cullen nos dieron la mala noticia. Esme nos dijo dónde estaban Carlisle y Edward. —

Suspire.

—Ya decía yo que esas motos son demasiado peligrosas y más si no tienen casco. —dijo mi madre con reproche. —Hasta me dan ganas de que vendas esa moto. —le dijo a mi padre.

—Hey con mi moto no te metas. —dijo mi padre. —Además no creo que debas preocuparte mucho por Jacob. Alguien que puede soltar tantas palabrotas con tanta energía, seguro se recupera rápido. —

—¿Estaba despierto cuando lo vieron? —pregunte.

—Oh, sí. Tendrías que haberle escuchado...bueno, en realidad mejor no. Me da la impresión de que lo ha oído todo el mundo en La Push. No sé de dónde se ha sacado semejante vocabulario. —dijo. —Tu madre intento convencer a Billy de llevarlo al hospital, pero el prefirió tenerlo en casa. Luego llegaron Carlisle y Edward, me sorprendió que superaran los prejuicios que tienen contra los Cullen. Lo que se me hizo raro es que Edward estuviera realmente amable con Jacob, se preocupó como si fuera su propio hermano. —

Después de la hora de comer, decidí ir a ver como estaba Jacob. Conduje directo a La Push.

El mercedes negro de Carlisle no se encontraba en la entrada de la casa de Billy, así que supuse que habían ido corriendo o ya se habían ido.

En cuanto estuve delante la puerta toqué suavemente.

—Entra, pequeña. —me invito Billy.

Entre.

—Hola, Billy. ¿Esta despierto? —pregunte.

—Recupero el sentido hace media hora, justo antes de que se fuera el doctor. Pasa, creo que te está esperando. —

—Gracias. —

Camine hacia el cuarto de Jacob y entre.

Jacob me esperaba con el rostro tranquilo y sereno. No tenía ojeras pero si estaba un poco pálido.

—Hola. —salude.

Al principio se dedicó a mirarme con seriedad, para después cambiar la expresión con una sonrisa burlona.

—Sí. —suspiró. —Había pensado que pasaría algo así, hoy las cosas han salido mal. Primero, me equivoco de sitio y me pierdo la mejor parte de la lucha, con lo que Seth se lleva toda la gloria. Luego, Leah se pone a hacer cosas idiotas para demostrar que es tan dura como todos los demás y yo tengo que ser el imbécil que la salve. Y ahora esto —sacudió su mano izquierda hacia mí.

—¿Cómo te siente? —pregunte.

—Me siento un poquito aplastado. El doctor colmillos no sabía cuánto sedante aplicarme, así que ha sido de ensayo y error. Creo que se pasó un poco. —

—¿No te duele? —

—No. Ya no siento las heridas. —dijo con burla. —¿Cómo estas tu? ¿Estás bien? —

—¿Yo? ¿Por qué? —

—Pensé que no vendrías después de todo lo que dije. No sé qué pensaría el después de lo que dije. ¿No te trato mal? —

—No, ¿Por qué lo haría? Se porto de maravilla. —

—¿Qué? —dijo con sorpresa.

—No se enfadó contigo ni nada por el estilo, pensé que lo estaría pero no. —

—¿No se volvió loco? —

—No. —

—¡Maldita sea! —gruño.

—¿Qué pasa? ¿Te duele algo? —pregunte preocupada de su repentino cambio.

—No. —sacudió la cabeza. —¡No lo puedo creer! ¿No te dio un ultimátum o algo parecido? —

—¿Qué? Claro que no. —

—Es mejor de lo que pensé. —murmuro.

—Jacob, ¿Si sabes que esto no es un juego? ¿Y que yo no soy un tipo de premio que hay que ganar? ¿Verdad? —pregunte mientras me cruzaba de brazos irritada por su comportamiento.

—Claro que es como un juego, y él también está jugando. No puedes culparme por no ser tan manipulador como él. —

—{Este ya se volvió loco.} —pensé.

—Claro que él no es manipulador, él no me puede obligar a hacer algo que no quiero, nadie puede. —dije.

—Claro que lo hace. ¿Cuándo abrirás los ojos y te darás cuenta cómo es? —

—Jacob, yo lo conozco perfectamente. Además él no me chantajea para que me quede con él. —dije enojada. Inhale y exhale para tranquilizarme. —En el momento en el que me dijeron lo que ocurrió pensé en lo que me habías dicho, y sentí culpa de no poder retener a mi mejor amigo para que no se hiciera daño. —

—No, no, no tienes que sentirte culpable de nada, nada esto es por tu culpa. —dijo rápidamente. — Solo que pensé que con lo que te había dicho te darías cuenta de que sientes algo más que amistas, pero me doy cuenta de que eso nunca pasara. —soltó un suspiro. —Creo que es mejor que me rinda. —

—¿Qué quieres decir? Esto no es un juego ya te dije. —

—Ya entendí que no, lo que quiero decir es que me resignare a ser tu amigo nada más. Si esa es la única forma de tenerte en mi vida, la aceptare. —

Asentí y guardamos silencio hasta que él lo quebró.

—¿Sabes cuál es la peor parte? —pregunto.

—¿Cual? —

—Que lo nuestro hubiera funcionado sin esfuerzo. —

Suspire.

—Solo escúchame, por favor. —pidió. —Todo hubiera sido tan fácil como respirar. Yo sería el sendero natural donde conversarías tu vida. —

—Estar con él no significa que las cosas cambiaran en mi vida. Iré a la universidad como cualquier humano normal. —dije

—¿Cuándo te trasformaras? —pregunto.

—Talvez después de que acabe la universidad, no sé en realidad. —

—Disfruta lo que te quede como humana, por favor. —

—Lo hare. —dije mientras caminaba hacia la puerta.

—Elina. —me llamo cuando estaba a punto de salir.

—¿Sí? —lo mire.

—De verdad siento todo lo que dije. —

Asentí, le di una cálida sonrisa y salí del cuarto.

Prácticamente salí corriendo de la casa, me subí a mi auto y conduje devuelta a mi casa. Tenía todas mis emociones revueltas, sentía la impotencia de no poder evitado que mi amigo se sintiera mal emocionalmente, además todo lo de la pelea y la plática de los Vulturis ya me había arrevesado en lo emocional, ya no quería saber de nada por ese día.

En cuanto llegué a mi casa fui directo a mi cuarto, dándole la excusa a mis padres de que estaba cansada, lo que en parte si era cierto.

Al cerrar la puerta, todas la emociones que no había mostrado al terminar la pelea con Victoria me había atacado, de mis labios se escapó un sollozo.

Rápidamente sentí unos fríos brazos envolviéndome, reconfortándome. Edward me guio hacia mi cama y nos acostamos.

—¿Necesitas algo? —preguntó en un susurro suave.

Negué con la cabeza escondida en su pecho.

Cuando menos lo espere ya estaba dormida.

Al día siguiente la luz que se filtraba por mi ventana me despertó. No había nadie en el cuarto más que yo.

Me levanté y fui al baño a hacer mis necesidades y arreglarme un poco.

El día estaba soleado así que me puse un vestido color crema y unos tenis blancos.

Cuando salí Edward me esperaba en mi cama con una bandeja con comida.

—Pensé que tendrías hambre, así que te preparé algo y te traje un poco de agua. —

Me acerqué al él, le di un beso en los labios y sonreí.

—Gracias, cariño. —

Me senté en mi escritorio llevándome mi desayuno y comencé a comer. Para ser alguien que la comida humana le sabe a tierra, cocina bien.

—Cuando termines quisiera llevarte a un lugar especial. —dijo.

Asentí y me apuré a comer.

Una vez termine, me lave los dientes y ya estaba lista.

—¿Lista? —pregunto mientras me subía a su espalda.

—Siempre. —dije y salto por la ventana para comenzar a correr.

El viento azotaba mi cara, me alegraba de ya no marearme como las primeras veces. Cundo llegamos todo estaba como lo recordaba, matas de margaritas blancas y amarillas. Rápidamente me tumbe en el suelo para poder contemplar el cielo que raramente estaba despejado.

—Me encanta este lugar. —dije cerrando los ojos sintiendo la briza.

—Sabía que te haría feliz venir a nuestro lugar. —se acostó a un lado mío, los rayos del sol hacían que su rostro brillara.

Nos quedamos en silencio mirándonos a los ojos.

—Creo. —comencé rompiendo el silencio. —Que deberíamos de darle a mis padres la noticia de Dartmounth. —

—¿No crees que sea mucho para ellos? —

—No. Creo que se sentirán contentos. —dije. —Bueno… mi padre no tanto. —

—¿Por qué? —pregunto.

—Creo que sacara la conclusión de que viviremos juntos. —

—Tendré que cuidarme. —se me quedo mirando. —Te amo, Elina. —

—Yo también te amo, Edward. —sonreí y lo besé.

Lo que nos esperaba en el futuro serian experiencias que los dos recordaríamos el resto de nuestra existencia. Y si en nuestro camino había algún obstáculo sabía que lo podríamos solucionar…juntos.


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