—¡Oh, Dios mío! ¡Qué hermoso par de pendientes de diamantes!
Emily se quedó boquiabierta. Era una azafata que viajaba a menudo por todo el mundo, así que había estado en la mayoría de las tiendas de artículos de lujo del mundo. Sin embargo, incluso una chica de amplios horizontes como ella se quedó atónita al ver esos pendientes. Nunca había visto unos diamantes tan hermosos y de un color tan vibrante. Uno era azul y el otro rosa.
Emily no pudo evitar estirar su delgada mano y apretar uno de los pendientes en ella. No pudo dejar de exclamar asombrada: —Es tan bonito...
Al ver lo obsesionada que estaba Emily, Jordan sonrió, pensando para sí mismo que ese par de pendientes era definitivamente un regalo al que ninguna mujer podría resistirse.