Se hizo un silencio absoluto en el club.
Todos se volvieron para mirar a Cheryl con incredulidad.
Luego, volvieron a mirar a su jefe, que no dejaba de regañarles.
Chester cumplía este año 30 años. Su mujer acababa de dar a luz a su hijo recientemente, así que últimamente no tenía tanto tiempo como antes para visitar el club. Cheryl ya había conocido al adorable y bonito bebé.
Chester, que había estado tan ocupado cuidando de su hijo y asuntos relacionados, podía por fin relajarse ahora. Dijo: —¡Eh, líder! Juguemos una ronda juntos.
Sin embargo, la desalmada Cheryl respondió: —... no me apetece jugar contigo.
—¿Por qué?
—Se te da fatal.
—...
Cuando los compañeros de Cheryl escucharon su contundente respuesta, ninguno se atrevió a pronunciar siquiera una palabra.
Zac los miró a los dos, pensativo.
En cuanto a Lionel, abrió los ojos y miró a Cheryl con preocupación.