Angela vio a Anthony pasar a su lado para luego detenerse frente a Nora.
Se inclinó y le ofreció las rosas de forma caballerosa: —Señorita Anderson, ¿puedo tener el honor de hacerme amigo suyo?
—…
Los ojos de Angela se abrieron de par en par mientras contemplaba la escena con incredulidad.
La luz del bar era tenue, lo que la hacía sentir como si estuviera soñando. «¿Por qué Anthony se dirige a esa maldita gorda?», pensó.
Nora tampoco esperaba un giro tan dramático. Solo había visto a Anthony dos veces, ¿y él había dejado a su futura prometida para cortejarla?
Pero al ver el aspecto sorprendido y furioso de Angela (hasta el punto de hacerla parecer salvaje), su ira se calmó un poco. Las comisuras de sus labios se curvaron hacia arriba con gran interés en una sonrisa traviesa.